OpiniónPolítica

De Dengues y de Chikungunyas

José Rafael Vilar

Analista y consultor político

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Una semana tan zarandeada de noticias políticas y económicas como la que hoy cierra me dejó, una vez más, la duda si escribir de la política, de los políticos, de qué se avecina y cómo enfrentarlo pero decidí, al final y en el espíritu solidario con los que padecen en esta Semana de Misericordia, dedicar la columna para analizar cómo hemos llegado hasta los virus y mosquitos que nos están garroteando.

Empecemos por el dengue, en sus variantes total de casos (incluye los “sin signos de alarma”), confirmados (por pruebas de laboratorio, que son los aparecen en los Reportes Epidemiológicos del MINSALUD), graves (no se publican diferenciados por el MINSALUD) y fallecidos.

En una página muy socorrida para informarse, https://www3.paho.org/data/index.php/es/temas/indicadores-dengue/dengue-subnacional/536-bol-dengue-casos-es.html, OPS/PAHO nos recuenta los casos de dengue de las epidemias entre 2015 y ésta de 2023 en Bolivia; la diferencia está en que las anteriores se tabulan en las semanas 52 de la epidemia y la de este año la OPS/PAHO la registra en la semana 12 (del 25 de marzo); para hoy aprovecharé la información actualizada publicada en https://www.minsalud.gob.bo.

El primer dato publicado por el MINSALUD fue el 19 de enero (semana 3): 508 casos y 5 fallecidos; a partir del 24/1 se han seguido publicando diariamente (exceptuando los Reportes correspondientes del 17 y 18/2 y del 10/3, que nunca lo fueron).

Según el último Reporte Epidemiológico publicado en el momento que escribo —el N° 1116 del 5/4—, los casos confirmados en Bolivia han sido 18.787 (12.793 en el departamento cruceño, alrededor del 68% nacional) y 57 los fallecidos confirmados. En comparación, en el sitio mencionado de OPS/PAHO aparece que en Bolivia entre 2015-2022 el año con más morbilidad total por el dengue fue 2020, que en su semana 53 de la epidemia registró 14.678 casos confirmados y 41 óbitos (adicionalmente incluye que 696 fueron casos graves y 97.303 no tuvieron signos, lo que supondría ese año 111.347 casos totales —o posibles); para 2023, en la mencionada semana 12, OPS/PAHO nos registra 17.372 casos confirmados (condice con los R.E. del MINSALUD), 417 casos graves y 15.930 “leves” (ambos no aparecen desglosados en los señalados R.E.) más 49 fallecidos confirmados a ese momento, para sumar 91.112 casos “totales”.

En resumen: en 2020 y 2023, el 0,3% de los contagiados confirmados falleció aunque las alícuotas hayan sido diferentes. Esto pudiera parecer relativamente “aliviante” pero aún nos faltan semanas de epidemia —aunque la curva esté en descenso en las últimas cinco semanas del 2.6% al 1.2% de reproducción semanal—, esta epidemia ya ha sido la de mayores contagios confirmados y la de mayor mortalidad en el casi decenio registrado (en 2020 se entiende que los esfuerzos estaban dirigidos más para la pandemia de COVID-19, lo que pudo influenciar en la morbimortalidad del dengue).

Y me llega molesto el comentario: si la epidemia de dengue (incluida la hemorrágica grave) se repite indefectiblemente en Bolivia año tras año por similares fechas, todos nos preguntamos ¿por qué no estamos preparados: ni en prevención (eliminación de vectores: por desechar sitios de posible reproducción o por fumigación preventiva) o en atención (sobre todo internación hospitalaria)?

Dos funciones que, en diferente adscripción, son responsabilidad de los tres niveles de Gobierno: nacional, departamentales y municipales. ¿Por qué si son periódicas (anuales y estacionarias) estas epidemias no se toman los recaudos necesarios con suficiente antelación —presupuesto y plan de gestión— para evitar los “zafarranchos de última hora” que siempre hay en los momentos pico? ¿Ineficiencia populista, fatalismo, imprudencia burocrática o “infantil” esperanza de que (esta vez) no suceda?

Sin olvidar que el vector —el mosquito, en diferentes especies— transmite también el chikungunya —o chikunguña— (este año 2 casos confirmados y 935 totales hasta el 25/3, virus del que recién hoy me estoy librando después de seis días muy indeseables), el zika (6 casos confirmados y 617 totales hasta el 25/3), la fiebre amarilla (el primer caso este año desde 2008) y la malaria (el último dato en 2019 con 9.357 confirmados).

¿Tendremos que seguir sufriendo indefinidamente la falta de previsión y, por ende, de responsabilidad de las autoridades encargadas? Algo que, es cierto en lo de irresponsabilidad, mucho atañe también a la desidia de la población en prevenir criaderos.

Faltan aún semanas… “y tanto va el cántaro a la fuente”…

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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José Rafael Vilar

Analista y consultor político

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