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En busca del celular perdido

Hernan Terrazas

Periodista

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¿Si Evo Morales no tuviera nada que esconder entonces porqué hace tanto escándalo por un simple celular?  Es la pregunta obvia que se hace cualquiera cuando ve semejante operativo policial desplegado para recuperar el aparato del Jefazo, como si se tratara de una cuestión que afecta o compromete la seguridad del Estado.

A qué le teme Morales: contactos sospechosos, fotografías comprometedoras, mensajes de audio subidos de tono sobre la gestión del presidente Arce. Vaya uno a saber, pero lo que es cierto es que cuando Morales hace un berrinche es porque el celular suena y mucho.

Lo curioso es que el ex mandatario se incrimina a sí mismo cuando dice que Estados Unidos puede estar detrás de la desaparición del aparato o acusa al propio ministro Castillo, como si efectivamente hubiera algo, algún indicio que pudiera ser revelador sobre él.

Por alguna razón siempre que se enoja con el ministro de gobierno, Morales habla de la DEA . Es como si sospechara que Castillo tuviera alguna protección o vínculo con esa agencia estadounidense y que hubiera accedido a información clasificada que lo complique de alguna manera

Si a cualquier persona se le pierde un celular, aparte de la comprensible rabia por perder algunas fotografías y contactos, la cosa no es tan grave y menos si se piensa que ahora todos los datos están en una nube que permite el acceso desde otro dispositivo. Pero algo hay y muy serio para que un celular perdido dé lugar a semejante culebrón.

Morales se manejó siempre como si fuera un perseguido. Dicen por ejemplo que solo viajaba con equipaje de mano por  miedo a que alguien le sembrara alguna sustancia en la maleta.  A tal extremo fue cauteloso en ese tipo de asuntos, que nunca nadie pudo probar ningún vínculo claro del ex dirigente cocalero con el narcotráfico.

Cuando se tramitó su desafuera y anunció su enjuiciamiento, ni el gobierno de entonces (Tuto Quiroga),ni la embajada de Estados Unidos tenían nada incriminatorio en contra suya, salvo el haber realizado un viaje a Libia para recibir un premio y luego una escala de tantas en La Habana para conversar con sus amigos Castro. Por cierto, nada grave.

Pero Evo Morales tiene un lado oscuro, sin duda, que despierta la curiosidad y el morbo cuando la gente se entera que su celular anda perdido por ahí.

Aventuras amorosas que desataron verdaderos escándalos, como la relación que mantuvo con Gabriela Zapata, las fotos en las que aparece con una niña en el Chapare, que luego lo acompañaría en el dorado exilio bonaerense, conversaciones en las que daba órdenes de cercar la ciudad de La Paz hasta que él hambre someta a sus habitantes, son tal vez la punta de varios icebergs que podrían emerger del dispositivo de marras.

¿Ahora bien, será que Morales, a quien gustaban como a nadie los lujos y beneficios del poder, tenía un solo celular y que fue ese precisamente el robado, o será que estaba a punto de difundirse alguna información complicada sobre su trayectoria y optó por inventar la pérfida para demostrar la existencia de un complot en contra suyo?

Con su actitud inusualmente desesperada, el expresidente revela que sufre un tremendo delirio de persecución y que más de un fantasma anda frecuentando sus insomnios.

En el pasado, muchos dictadores, incluidos los Castro, Pinochet, Hussein y el propio Perón, entre otros, estaban llenos de esas manías y se convirtieron a fin de cuentas en perseguidos de sí mismos.

Morales no solo tomó el primer avión que pudo para evitar, según él, que lo asesinaran en Bolivia – cosa que a nadie se le había ocurrido -, sino que también salió inexplicablemente de México, después de haber  sido recibido como un héroe por el canciller de ese país.  A eso debe añadirse que durante sus presidencias, como lo habían hecho antes Fidel Castro, Hugo Chávez y Maduro, el ex mandatario boliviano también posaba con orgullo en la fotografía de los supuestos amenazados de muerte.

En busca del celular perdido es en realidad un nuevo episodio de la azarosa vida de un personaje que siempre aportó con anécdotas y salpicó de escándalos la historia reciente de la política nacional. Morales no deja de hacer noticia, de la mala, pero noticia al fin porque en lo que va de la gestión de Arce, el ex mandatario se ha dado modos, para no desaparecer de la agenda informativa, así sea por la desaparición del “diario íntimo” que la tecnología puso en sus manos.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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Hernan Terrazas

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