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!!!Feliz cumpleaños!!! Bolivia

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Es tu cumpleaños, nada menos que el No. 198 (faltan dositos para tu bicentenario) y no he podido permanecer indiferente. Es que uno no puede con su corazoncito, pues. Como afortunadamente no tuve que ir a desfilar (aunque las satucas posteriores de rigor, me hubieran caído deliciosas); tampoco tener que participar obligado de actos con sus aburridos y paposos discursos e izas de banderas incluidos -dicen algunos- que eso fuera “civismo”; es qué pese a todo, aprovecho para intentar escribirte esta mi felicitación. Vas a disculpar la sinceridad, es que entre los muchos defectos que adolezco, ese es de mis peorcitos.

A propósito, me han preguntado cual fuera el mejor regalito que tus hijos -nosotros, el soberano- debiéramos regalarte en este tu nuevo cumples y a la vista de tu bicentenario. Unos dicen que cultivar e incentivar el civismo (“Preocupación y cuidado por las instituciones e intereses de una nación”, enseña el mataburros); embanderamiento obligatorio exigen otros, con pacos incluidos que controlen su cumplimiento (aunque, ahora están ocupados simulando buscar al narcofutbolero) y otros hablan de inauguración de obras (aunque sea de la primera piedra), conciertos (con chupas asquerosas) y otras distracciones. Pan y circo para el pueblo, aconsejó algún canchero en esas lides.

Empero, aquél mataburros me ha confirmado no más que desfilar así sea todo el día de un lado a otro y hasta con paso de parada, no había sido civismo (distrae, etc, pero no es); tampoco discursear pretendiendo hacernos creer lo bien que habíamos estado y lo sonsos que habíamos sido los ciudadanos en no darnos cuenta y vemos exactamente lo contrario. Tremendas paradas para mostrar nuestro “poderío” bélico, menos.

Y aunque no lo tenía tan claro antes de leer el siempre esclarecedor mataburros; resulta no más que el civismo había implicado el respeto y cuidado por las instituciones de una nación.  Eso es lo que dije: debiéramos regalarle a nuestra Bolivia y por supuesto a nosotros, sus ciudadanos, instituciones, pero de a de verás.

No es que no existan si se trata de tremendos edificios de reciente factura -adefesios para muchos- u otros históricos que son preciosos y abundan aquí por la Capital; tampoco de empleados públicos -dicen ser servidores, pero tengo mis dudas- que los atiborran o de la parafernalia que les rodea como vehículos, secres, llunkus y demás; sino estoy pensando en que debiéramos construir esos organismos tan bien intencionadamente descritos en nuestra Constitución, que cumplan siquiera mínimamente sus roles así pensados por el constituyente o el legislador. Sí, lo sé, el papel lo aguanta todo.

Pero como soñar no cuesta nada (al menos por el momento…) insisto en que el mejor regalito que podríamos darnos en estos fastos, es construir instituciones; lo que por lo menos pasaría por ejemplo, porque el sistema de administración de justicia tutele oportuna y efectivamente los derechos de todas las personas, sin importar si son opositores, oficialistas o de donde les venga en gana. Que la Policía no esté podrida de corrupción y penetrada por el narcotráfico y al servicio de ningún partido político. Que la Fiscalía no ande innovando con que ahora las coimas habían sido adelantos u otros cuentos chinos. Que los guardianes de la CPE no le inventen a su jefazo “derechos humanos” que ni en chiste de Condorito habían existido – la CORTE IDH dixit- y/o ahora mantengan en su caja fuerte entre algodones ese esperpento jurídico que así lo resolvió. Que no nos cuenten estrategias envolventes que existen dólares en los bancos o en el mercado libre a la cotización oficial o, que los yuanes los sustituirán eficazmente y podremos pagar en el extranjero con ellos; que estamos chalitas en economía y somos la envidia de nuestros vecinos. Que la doble vía, lo sea realmente y no sea doble en corrupción e impunidad. Que el parlamento no sea charlamento. Que las elecciones judiciales, sean eso, elecciones y no burdas votaciones, para que habiendo ganado por goleada la Doctorita Blanco Nulo de Pifiado, existan orondos Magistrados ilegítimos, jurando que fueron elegidos “por el pueblo”. Que las licitaciones no sean pretextos para cobrar coimas -adelantos en efectivo, perdón-. Que las convocatorias de personal no sean estrategias envolventes para designar al que pone más o al que tiene aval partidario. Que el fraude no sea llamado golpe, aunque sea a la fuerza. Y así sucesivamente amable lector, póngale usted también su llajuita, que dispone de abundante locoto. Pero pese a todo, !!!Que viva Bolivia!!!. “El regalo tiene la categoría de quien lo hace”. OVIDIO

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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