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Graves delitos, Justicia urgida y hasta venganzas

José Rafael Vilar

Analista y consultor político

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El 30 de abril pasado, El País de España publicó “Diario de un cura pederasta: ‘Hice daño a demasiados’” con cortos fragmentos del diario del jesuita español Alfonso Pedrajas Moreno, “Pica”, fallecido en 2009 y que trabajó en Bolivia: Un diario indignante y que su lectura sólo lleva a repudio.

Después acá se han publicado muchísimos artículos y opiniones. Sólo recordaré que algunas opiniones —la mayoría— expresaron su asombrada indignación ante los delitos de “Pica” mientras otros aprovecharon (“río revuelto, ganancia de pescadores”) para potenciar narrativas “golpistas” harto fracasadas y venganzas políticas; algunos pocos, incluso, exhibieron ateísmo militante. La vertiginosidad de lo que se sucedía llevó a algunos avances noticiosos apresurados —la inmediatez de la virtualidad es víctima de la competencia noticiosa—, entendibles casi todos y, por ende, subsanados.

Precisamente esa avalancha mediática y la cantidad de aspectos “oscuros”: informaciones a medias (que van aclarándose paulatinamente), nuevos acusados —varios con pruebas dejadas por ellos, algunos fallecidos— y un acusador (novicio jesuita expulsado de la Compañía) muy mediático —a modo del Yo acuso de Zola— pero que no presenta pruebas a la Fiscalía cuando reaparece en Bolivia desde Paraguay. Súmesele un silencio inicial de la jerarquía jesuíta que después —tarde mediáticamente— pasó a apertura y colaboración. Y, por no decir más, confusión entre las funciones del Ministerio Público y las de algunos personajes que, en pro de su narrativa, se las han “apropiado” como suyas.

Voy a afirmar que creo que —luego de todo este gravísimo momento: para las víctimas, para los creyentes y para la institución— los resultados podrán ser positivos: se condenará a los delincuentes de los que se comprueben sus crímenes; se harán universales los protocolos y normas contra estos delitos que ha establecido la Santa Sede —sobre todo a partir del Encuentro “La Protección de los Menores en la Iglesia” de 2019, donde el Papa Francisco reafirmó que «la universalidad de esta plaga, a la vez que confirma su gravedad en nuestras sociedades, no disminuye su monstruosidad dentro de la Iglesia» para él mismo luego condenar la «inhumanidad del fenómeno a escala mundial es todavía más grave y más escandalosa en la Iglesia, porque contrasta con su autoridad moral y su credibilidad ética»—; se debería actualizar el Concordato entre el Vaticano y Bolivia —recuerdo que desde hace años es un pedido de la Iglesia que ha quedado pendiente— y, posiblemente, se aplicará un mejor control a sacerdotes y religiosos cuando lleguen a trabajar en Bolivia —que redundaría en beneficio para la misma Iglesia y sus Congregaciones. En conclusión: la transparencia e intolerancia dentro de la Iglesia sobre los delitos sexuales —y otros, si hubiera— permitirá su prevención y, si aun así sucedieran, su inmediata sanción penal.

Sólo glosaré un artículo de opinión que recién leo: “Reflexiones sobre el caso Pica y el carisma de los jesuitas” del historiador y ensayista Pedro Portugal Mollinedo, quien puntualiza que a partir de la denuncia original —confesada por el mismo delincuente— «se ha desencadenado en el país un clima de persecución a una orden religiosa –los jesuitas–, a las obras educativas y sociales que administra, y a través de ellas a la Iglesia Católica, percibida sesgadamente como el enemigo social a abatir», con acusaciones extrajudiciales y, por ende, antes de que sea comprobada la veracidad de las acusaciones…

La visita a Bolivia de Monseñor Jordi Bertomeu i Farnós, oficial del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, solicitada por la Conferencia Episcopal Boliviana, ha despertado respuestas diversas (Bertomeu fue fundamental para denunciar y judicializar los crímenes del Padre Kadima en Chile y del Padre Maciel en México, así como revelar los encubrimientos respectivos de parte del episcopado chileno y de los Legionarios de Cristo, congregación que presidía Maciel): La CEB ha creado dos Comisiones Nacionales: una de Escucha y la otra de Investigación, para prevenir y responsabilizar estas situaciones, a la vez que confirmar desde ahora la mayor transparencia y el permanente apoyo con las autoridades legales. También por parte de las víctimas han observado una posible revictimización mientras, en otras personas, ha despertado susceptibilidades confusas.

Concluiré con una frase de Francisco en la homilía del Encuentro de 2019 dirigida al pueblo de Dios, glosando a Pedro: «no permitas que ningún lobo se meta en el rebaño».

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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José Rafael Vilar

Analista y consultor político

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