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Nacer y morir

Ciro Añez

Escritor

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Naces con los ojos cerrados y te vas con los ojos cerrados. Naces sin caminar y cuando llegas a adulto mayor quizás ya no caminas. Entiendes que volvemos a ser lo mismo que fuimos cuando nacimos.

Nacer: Sabemos que el momento del nacimiento representa el desprendimiento del cuerpo materno, que significa el inicio de nuestra vida independiente de la fuente, es el momento en el que nos llevamos la primera impresión del mundo que nos recibe.

La segunda impresión es cuando empezamos a lo desconocido, y vamos haciendo nuestra vida según nuestras enseñanzas y educación.

Y al final de nuestra vida, nadie será eterno, por mucho que aprendamos, hagamos, nos iremos de este mundo.

Pero es muy importante lo que vives, no solo es venir al mundo. Ser humilde, honesto, trabajador, educado con valores, esas son algunas cosas que te hacen ser un increíble ser humano. Ayudar a los demás, así agradezcan o no. Perdonar a quien te hirió. Vivir una vida plena es tu única misión en este mundo, sin dejar de tu mano a quien necesita de ti.

Las personas que se dedican toda la vida a trabajar, hacer bienes materiales, siempre descontento, insaciable y angurriento, son personas que usualmente desperdician la vida, en ahorros, en limitaciones para tener algo para la vejez y te sorprendió la muerte y bueno no viviste tus ahorros o caes enfermo en lecho de muerte y no hay dinero alguno que evite tu deceso; por lo tanto, se trata de tener equilibrio, no de vivir en los extremos de la codicia, la avaricia con sus tormentos, ansiedades, angustias, sufrimiento por el apego a las cosas o, en el despilfarro, gula, lujuria, soberbia, falta de previsión, etc.; todo ello, por carencia de dominio propio.

Es decir, por estar atrapados en las propias pasiones, deseos y temores (manipulados por el miedo – miedo a morir, miedo a la exposición al sol, al cambio climático, miedo a caer en pobreza, miedo al exceso de peso, miedo a las epidemias, miedo al peligro de las drogas, miedo a la gripe aviar, miedo a las enfermedades, miedo a la inseguridad, miedo a los enemigos que se fabrican e inventan, etc. y etc.- mientras tanto, otros, gobiernan autoritariamente a una sociedad asustada. Lo hacen a sabiendas, de que con el miedo justifican la mano dura, buscando a su vez, asegurarse impunidad).

Los demás viven para dejar herencias y lo único que dejan son problemas y más… Aquel gran tesoro donde abunda turbación y tribulación.

La fatuidad de moverse por la apariencia (ese deseo de apantallar, ánimo de lucirse y dejarse apantallar), la búsqueda de la prosperidad basada en deudas, la idea de creer que, el sólo hecho de tener y acumular cosas, significa: estar “bien”.

Hay quienes, de forma solemne, arrogante y/o con falsa humildad, aparentan o hablan de ser “decentes”; sin embargo, son una total contradicción y farsa, pues viven: mintiendo, engañando (acostumbrados a enriquecerse con la mentira y el engaño de forma descarada) y/o incurriendo en soborno, el lavado de dinero, corrupción y prebendalismo.

Confunden el tener como sinónimo de estar mejor que los demás. Hablan de calidad de vida, en función a tener cosas, en el precio de las cosas, y durante toda esa parafernalia, se olvidan de valorar su propia vida. Anteponen el vivir, con la ilusa idea, de tener.

El bienestar no se basa única y exclusivamente en «el tener» y menos aún, “el tener con mentiras y engaños” (esto es, el mal tener). El Bienestar implica Bien ser, bien hacer, bien estar y bien tener. El bien ser se refiere a la integridad, honestidad, puntualidad y disciplina. El bien hacer nos dice que todo lo que hagamos, sea lo que sea, lo hagamos bien. El tener una buena actitud ante la vida y ante los demás nos llevará a un bien estar y nos permitirá un buen tener. Bien Ser para Bien Estar.

Existen, a quienes no les interesa el propósito de vida (el cual es “vivir”: íntegra, total e integralmente), y lo reemplazan a través del consumo del tiempo, buscándole sentido a su existencia, en el dinero, viviendo afligidos, intranquilos, fastidiados por mantener su burbuja y privilegios; y, otros incluso hasta viven atormentados, resumiendo sus vidas en tan solo «pagar para vivir y distraerse», sin entender ni comprender jamás, la alegría, simplemente de vivir, de estar vivos. De llevar una vida agradecida, no como consuelo sino verdaderamente agradecida.

Eligen ensimismados: el dinero, la fuerza o la fama, como si eso les generara auténtica alegría, cuando en la práctica y en la realidad, llevan una vida de constantes pesares, siempre incompletos, insatisfechos, ansiosos, angustiados, con miedos, multiplicando la mentira, el engaño, manipulando y dejándose manipular.

Simples repetidores sin pensar, seguidores de manadas, creyendo que todo siempre será lo mismo y se mantendrá todo exactamente igual, bajo ese mismo nivel de creencias, repitiendo dicho enfoque o caja mental, hasta el día de su muerte, cayendo en el ínterin (mientras se vive) en el circulo vicioso del stress, por ansiar tener el control de todo, al propio gusto y capricho, cuando existen situaciones que simplemente no dependen de ti, por más que te esfuerces.

Aquí venimos a equivocarnos, porque quien no se haya equivocado no aprendió a vivir, de los errores se aprende y de lo aprendido se vive, cambiando para bien, en un constante aprendizaje y mejoramiento. Nadie nació sabiendo, pero no por ello, se debe olvidar que el auténtico arrepentimiento implica apartarse del mal, del error, de la equivocación y no volver hacerlo, caso contrario, es llevar una vida hipócrita y desvergonzada.

En todo ello, la prudencia, la contención y la búsqueda de conocimiento, son y serán importantes para el bienestar.

La maldad, la hipocresía, las traiciones por culpa de la ambición (acompañado frecuentemente de aquel ciclo de admiración, ambición y traición), la mentira, el engaño y la manipulación, son cosas que riendo se hacen, pero llorando las pagas. Y no es el mismo llanto de cuando naciste, es llanto de dolor.

La humildad (aquel que tiene una actitud activa frente los retos, no se compara ni compite con los demás porque entiende que cada cuál es único, con sus debilidades y fortalezas además busca aprender y superarse continuamente pero asumiendo que no siempre será posible), la honestidad, la integridad, la paciencia, la disciplina, el autocontrol y los valores, son las cosas más caras en esta vida, que quienes las poseen son ricos, digo ricos porque son personas que no se les cierran las puertas, porque quien tiene estás aptitudes son personas que tienen ganado todo.

Cuando te mueres desafortunadamente, ya no escuchas ni ves lo que la gente piensa de ti. Seguro tu funeral estará lleno de gente (quien sabe, hasta personas hipócritas diciendo, tan bueno que era, dándose golpes de pecho, pero en vida te trataron con la punta del pie). Es ahí cuando reconocen el excelente ser humano que eras. Y si eras malo, para ellos, ya estás en el infierno recibiendo lo que te ganaste a pulso. Igual tendrás gente llorando por tu partida, pero apenas se van y se les olvidó quien eras.

Hay más gente que lleva flores y una luz a los muertos, pero cuándo estabas vivo ni una taza de café te ofrecían.

Entonces vive (para ti y por ti): una vida de amor hacia los demás y en paz con el prójimo, con propósito de vida basados en principios, valores, fe y convicciones, nunca haciendo y burlándose de las desgracias de los demás.

Si quieres tener una vida plena ayuda a quien lo necesita, aunque no te lo pidan. Las obras de caridad son muy buenas, pero sin publicitarlas en búsqueda de satisfacer la propia egolatría y tampoco incentivar el mundo de las apariencias y el ánimo de lucirse, añorando tan sólo reconocimiento, distinción, asombro, fama y/o gloria, siendo todas ellas, finalmente ilusas, efímeras e ilusorias.

Quieres saber quiénes son tus amigos de verdad, lo sabrás si estás tras las rejas, lo sabrás en una cama de hospital o bien en la pobreza. Quiénes sigan Contigo son quienes valen la pena, el resto es solo gente de conveniencia. No mientas, no manipules ni te dejes manipular. Tengan expectativas (conocimientos, datos, información de calidad) no vivan única y simplemente de la ilusión, del fanatismo ni del dogmatismo.

Amerita concluir, con la célebre frase de Francisco de Asís: “De aquí no te llevarás lo que tienes. Solo te llevarás lo que diste” (es decir, tu valor que acumulaste en fortuna espiritual porque en tu nueva vida solo necesitarás tu espíritu). Vive.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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