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Propuestas, voluntad y trabajo

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Las protestas realizadas por la población cruceña contra la postergación arbitraria del Censo de Población y Vivienda, terminaron empañadas por la disputa entre el gobernador Camacho y el alcalde Fernández, dejando confusa la causa principal. Las agresiones verbales de los exaliados rápidamente han escalado en degradantes hechos de violencia que aún deben esclarecerse. Este espectáculo tribal y crudo, donde se utilizan bienes y funcionarios públicos para defender al jefe o atacar al enemigo, sea en reuniones o redes sociales, con barras partidistas o guerreros digitales, explica el penoso deterioro al que han sometido a nuestras principales instituciones. Sobra vituperio y falta sensatez en medio del bochorno.

El juego estuvo amañado desde el principio, el Gobierno Nacional que nunca tuvo intención de efectuar la consulta, en una acción ejecutada desde la oscuridad del Consejo Nacional de Autonomías (CNA), sin la mínima explicación, y menos asumir el fracaso y las responsabilidades, difirió el Censo para 2024. La administración masista con 16 años en el poder, es reticente a actualizar las estadísticas oficiales porque sabe que la verdad que saldrá de allí es muy distinta a la propaganda que pregona las bondades del proceso de cambio, como ya lo documentara la ONU el año pasado en su Informe sobre los derechos económicos, sociales y culturales de los bolivianos. Los avances sociales han sido superficiales, los servicios públicos son deficitarios y con las crisis muchas familias han sufrido retrocesos y otras se encuentran en vulnerabilidad. Por eso, la consigna es retrasar la fotografía cuanto más se pueda.

Además, hay dos consecuencias inmediatas a la culminación del Censo, la redistribución de la coparticipación tributaria a las entidades beneficiarias y la reasignación de diputados por departamentos, ambos temas cargados de sensibilidad exagerada, porque la adecuación debiera asumirse con lealtad y normalidad institucional dado que son las normas que nos hemos dotado como nación. Sería injusto e inaceptable democráticamente que la región más poblada del país no sea la que tenga la mayor cantidad de escaños en la próxima elección. Aflora el viejo método de trampas envolventes, de escapar de un problema sin resolver el mismo, con lo cual, crece justificadamente entre los cruceños la sensación que el gobierno nos trata con desprecio.

Necesitados de cambiar la agenda pública ante la interpelación ciudadana por los innumerables males irresueltos que erosionan la vida cotidiana, como la insufrible justicia, la corrupción desbocada, el narcotráfico galopante, la inseguridad creciente y la lenta reactivación económica, el gobierno recurrió a la infalible confrontación. A falta de oposición política, el masismo buscó la confrontación con Santa Cruz y Camacho mordió el anzuelo.

Citaron a declarar al gobernador para un día antes de la sesión del CNA por el supuesto golpe. Él recogió el guante y concentró su esfuerzo para facturar su parte de beneficios que le deja la polarización. Más tarde, suspendieron su declaración, nuestro gobernador que no despega, no encontró vuelo para ir a la cita con el presidente y sus homólogos, dejándonos por segunda vez sin representación. Al margen de las patéticas excusas, Camacho que ni siquiera informó previamente al Comité Interinstitucional de la convocatoria con tema único, ayudó al gobierno a legitimar el absurdo, anteponiendo su interés particular al interés común de los cruceños. Los episodios vulgares que libra diariamente con Jhonny, ridiculiza la política cruceña, denota que ambos perdieron la compostura, si acaso la tuvieron. Ante su total incapacidad de gestión, Camacho ha admitido la confrontación de Santa Cruz con Bolivia que le propone el MAS, ha buscado la confrontación interna con Johnny, e incluso sostiene una íntima confrontación con su propio vicegobernador. Demasiada confrontación inútil para tan escasa gestión política.

Contrariamente a lo que plantean el gobierno y el alcalde —y algunos medios de comunicación con otros argumentos— de despolitizar el debate, se necesita más política que nunca para salir del atolladero, pero política en su sentido más genuino, no el politiqueo con el que generalmente se confunde y pervierte su significado auténtico; sobran gestos y falta política. Y para eso Santa Cruz y Bolivia necesitan políticos capaces de articular propuestas serias y fundamentadas que estén por encima de las nimiedades de los juegos de poder y se enfoquen en lo verdaderamente importante para los ciudadanos. La política que hacían esos políticos de nuestra historia que soñaron en grande y construyeron nuestra Santa Cruz y que tanto se echan en falta.

Es imprescindible recuperar la iniciativa, no basta apelar al sentimiento de la tradición, porque puede que cosas que funcionaron en el pasado ya no sean eficaces en nuestro tiempo. Santa Cruz cada día es más diversa y compleja, y no se la puede comprender desde una única perspectiva. La ciudadanía es consciente que la postergación del Censo es una maniobra gubernamental que va en detrimento del país y particularmente de Santa Cruz, aceptarlo sería complacer a un gobierno estafador; no haberlo impedido en el CNA es muestra de la profunda incapacidad del gobernador.

Pero también hay un hastío por el caos, el bloqueo constante, la incertidumbre y la parálisis. No se puede abusar ni malgastar la enorme vocación democrática de los cruceños, ni su ánimo de rebeldía ante las injusticias. La política y sus instituciones tienen que funcionar útilmente y no simplemente traspasarle los problemas al pueblo. Aunque algunos insistan en el paro como única vía, nuestra historia de reivindicaciones está llena de movilizaciones, cabildos, ideas, creatividad, propuestas, audacia, votos y, sobre todo, alegría y dinamismo. Una historia fraguada en la capacidad y el trabajo de los cruceños y de sus líderes, una historia en la que la política era más grande que los gestos.

Es momento de replantearse la cuestión. El país merece que le expliquemos que postergar el Censo es anclar a Bolivia en una realidad paralela a la real, que sin datos creíbles no se puede avanzar ni trazar un futuro próspero, que sus resultados no deben asustarnos, sino comprometernos a buscar soluciones para todos, que la despoblación no se la combate mirando para otro lado, ni castigando a los centros que reciben la migración. Que no podemos caer en la trampa del gobierno de pelearnos entre regiones por las migajas que derrama el centralismo. Necesitamos unidad en la interna y construir un ensamble nacional que ponga por delante el debate del pacto fiscal, el cual no está supeditado al Censo como erróneamente lo ha asumido el gobernador; y acabar con la provisionalidad eterna, porque es la manera más apropiada de corregir las inequidades, espantar los miedos y alejar la confrontación, algo que lamentablemente Camacho no ha comprendido y que requiere propuestas, voluntad y trabajo.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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