OpiniónEconomía

“Victoria de la propiedad privada”

Christian A. Aramayo Arce

Presidente de la Fundación Gobierno Abierto y Director del Centro de Desarrollo Humano y Empleabilidad de la UAGRM

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La existencia y protección de la propiedad privada es un hecho civilizatorio. De hecho, el capitalismo -en todas sus diferentes versiones-, considera a los derechos de propiedad claramente establecidos como un elemento fundamental y el capitalismo no es más que el sistema económico que permitió que en las últimas décadas vivamos el período histórico de mayor paz y prosperidad en la historia de la humanidad.

 

El nuevo institucionalismo económico, que se centra en el papel de las instituciones en la economía, subraya la importancia de los sistemas legales robustos que aseguran la propiedad privada y el cumplimiento de normas, acuerdos y contratos. Douglass North, Premio Nobel de Economía y eminencia en este campo, argumenta que las instituciones que garantizan derechos de propiedad reducen los costos de transacción facilitando así la generación de riqueza. Es decir, proteger los derechos de propiedad permite a las familias más pobres y vulnerables salir de la pobreza.

 

“Lo que es de todos, no es de nadie” dice el refrán, los derechos de propiedad claros fomentan la innovación tecnológica y la competencia y, por si fuera poco, los países con derechos de propiedad privada bien definidos y protegidos cuentan con mejores niveles de cuidado ambiental. Los derechos de propiedad están intrínsecamente vinculados al mercado inmobiliario y a la inversión en infraestructura; recordemos que la seguridad en la tenencia de la tierra, como factor de producción, es un prerrequisito para las inversiones a largo plazo.

 

Los derechos de propiedad privada son vitales para el progreso de los países y las regiones: la historia lo demuestra, la ciencia económica lo evidencia y la población –especialmente la más vulnerable-lo valora más que nadie. Así las cosas, todo proyecto político o intelectual que apunte a destruir o minar el capitalismo, está explícitamente en contra de los derechos de propiedad.

 

Estas razones se le olvidaron al gobierno y así, con un amplio respaldo popular (activistas, sectores, legisladores y la creación de una notable asociación multisectorial) se consolidó una vez más la victoria de la propiedad privada sobre el proyecto socialista de turno.

 

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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Christian A. Aramayo Arce

Presidente de la Fundación Gobierno Abierto y Director del Centro de Desarrollo Humano y Empleabilidad de la UAGRM

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