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Y el ganador del mundial será…

Pablo Mendieta Ossio

Economista en el campo de políticas públicas

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Ya tenemos a los dos finalistas del Mundial de Qatar 2022, dentro de los cuales nos representa indirectamente una selección de la región: Argentina.

Me encuentro temporalmente en Buenos Aires por motivos familiares y el pasado martes 13, con todo lo cabalístico en contra por la fecha, la selección rioplatense goleó a Croacia y se desató una fiebre de masas colectiva en la capital del país vecino que inundó principalmente el Obelisco y alrededores.

El resultado del Mundial ha sido distinto a algunos análisis estadísticos que fueron publicados previamente.

Por ejemplo, la BBC indicó el pasado 5 de diciembre que las selecciones favoritas eran Brasil (17% de probabilidad), Argentina (14%), Francia (11%) e Inglaterra y España con 9% respectivamente. A su vez, las semifinalistas ni siquiera tenían las probabilidades significativas de ganar: Croacia 2% y Marruecos 1%.

Por otra parte, un académico de la Universidad de Oxford indicó que Brasil tenía 12% de ganar la final frente a Bélgica (6%), luego de vender respectivamente a Argentina (8%) y a Francia (8%).

La primera tentación que uno tiene es decir que tanto la BBC como la Universidad de Oxford “no acertaron” sus pronósticos. Pero eso no es correcto.

Lo que ambas dijeron era que Brasil era la que tenía más chance de ganar al inicio de la Copa. No dijeron en ningún momento que iban a ganar. Los análisis efectuados hicieron simulaciones miles de veces y concluyeron que era más probable que esa selección gane la Copa Mundial de Fútbol.

Esta diferencia es crucial porque nos recuerda que las probabilidades de ganar (o perder) son eso: eventos que podrían ocurrir como uno de varios escenarios.

Para comprender mejor: la probabilidad de que un dado lanzado al aire sea un numero impar es uno entre dos. Esto no significa que saldrá necesariamente el uno, el tres o el cinco. Puede salir cualquier número elegido y una vez que sale, la probabilidad de que sea impar es o 0% o 100%.

Esta reflexión estadística está motivada en algo que me ha tocado vivir repetidas veces. Me refiero a escuchar la afirmación de que la economía es una “ciencia exacta”. O que los fenómenos económicos tenían una exactitud casi matemática.

En ambos casos, nos olvidamos de que la economía es inexacta por su propia naturaleza: es una ciencia social (su objeto son los humanos y sus interacciones) y es altamente contextual (depende del entorno).

En contraposición, he escuchado decir que la política es una rama del conocimiento que plantea varios escenarios a diferencia de la economía que es exacta. Me encantaría que fuese así, pero por desgracia, no lo es. La estadística y, por ende, la economía, dan pistas sobre ciertos fenómenos, pero no predicen el futuro.

Varios indicadores que usamos en economía tienen esa naturaleza: dan o implican probabilidades. Por ejemplo, los indicadores actuales del país en materia de activos externos netos señalan que desde hace cuatro años estaríamos en una situación delicada.

Pero la realidad es que no ha pasado nada y la confianza en la moneda nacional ha continuado pese a las crisis sanitaria, política y económica de los últimos años.

En mi opinión, este hecho convierte al país en un caso atípico que debe estudiarse rigurosamente desde los centros académicos.

Usando un ejemplo de las ciencias médicas, es como si tuviésemos a un paciente sobreviviendo con un litro de sangre, cuando el promedio se encuentra por encima de los cuatro litros. La labor del médico es investigar cuáles son los fenómenos que permiten al paciente continuar sin tener un colapso.

La incertidumbre es la regla en los fenómenos sociales; y, tener algunas probabilidades sólo nos orienta sobre los escenarios más probables.

También es peligroso lo contrario: jugar en contra de las probabilidades como si no existiesen. Varias selecciones tomaron en cuenta esas probabilidades y mitigaron los riesgos (algo que también debiésemos hacer en el caso de nuestros activos externos).

Al final, sólo podemos decir que viene una final de infarto.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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Pablo Mendieta Ossio

Economista en el campo de políticas públicas

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