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La libertad ganó en Bolivia. Ha sido una victoria política y como tal, no es fruto de la casualidad. Se trata de la determinación de hacer que las cosas ocurran y la honestidad para avanzar en torno a objetivos y métodos claros. Las buenas intenciones no bastan y las improvisaciones sobran. En otras palabras y como lo hemos visto, el país gana cada vez que los principales referentes nacionales actúan con profesionalismo político.
¿Cómo se logró esta seguidilla de importantes victorias en esta semana?
La libertad ganó en Bolivia. Los discursos giraban en torno a escenarios de violencia. A primera vista y ante la posición intransigente de una parte (la del nivel central del Estado), no había soluciones pacíficas en la mira. El país ingresaba a una nueva intensificación de la crisis política que explotó -no nos olvidemos- por el desconocimiento de la voluntad popular expresada en el año 2016 en el 21F (hace ya 5 años que estamos en esta crisis política generada por un expresidente), pero tiene como raíz a la consolidación de un proyecto totalitario multinacional que es completamente incompatible con una sociedad que se precia de contar con libertades fundamentales. Lo vimos en Cuba y Venezuela, y lo vemos en Argentina.
La libertad ganó en Bolivia, pero se ve amenazada por la tentación absolutista de los políticos socialistas de coyuntura. Como no hay fidelidad sin memoria y si queremos ser fieles a nosotros mismos, es menester hacer uso de nuestra memoria; las nuevas generaciones deben recordar que, al final de cuentas, el socialismo termina irremediablemente en esto: la eliminación de todas las libertades, perjudicando mucho más a las familias más vulnerables hasta que mueren de hambre. La tragedia que implican unas altas tasas de inflación se da con crudeza en quienes no tienen qué comer al final del día, no en los banquetes auspiciados por quienes -con cinismo- dicen en medios de comunicación ser líderes de los humildes. Esto es particularmente importante en Bolivia considerando que, aproximadamente, 4 de cada 10 bolivianos vive en situación de pobreza.
La libertad ganó en Bolivia de la única forma en que un sistema moralmente superior lo puede hacer: con trabajo, cooperativismo, humildad y al final, una sonrisa en el rostro. Como la magistral fotografía de Tomasa Medina, líder yungueña, frente a un contingente policial.
La libertad ganó en Bolivia. Tal vez debamos recordar el sentido de las manifestaciones culturales (la cultura es la primera expresión de libertad): al igual que la reconocidísima fiesta, el gran poder se encuentra en la gente. El gran poder se encuentra en la organización previa, en el respeto e importancia de los símbolos, en la sincronización y la coordinación, en el cumplimiento de los pasos acordados, en la responsabilidad individual y la responsabilidad social. El gran poder se encuentra también en reconocernos como hermanos en libertad, en animar a quien está cansado de tanto esfuerzo, en la libertad de compartir comida y bebida con el desconocido de nuestro lado y en admitir que el único enemigo es aquel que pretende imponer de manera abusiva que no hay ni habrá jamás alguien que hable… en definitiva, el gran poder se encuentra en las calles. No en el Estado ni y mucho menos en quienes lo utilizan con fines oscuros.
La libertad ganó en Bolivia. Si bien los bolivianos aún no definen lo que quieren, se tiene con claridad absoluta lo que no se quiere: el abuso de quienes tienen coyunturalmente el poder del Estado. ¿Ustedes creen que el comerciante de la 16 de julio busca regulaciones estatales? ¿Se imaginan a los transportistas haciendo las interminables e infernales declaraciones tributarias? El boliviano de la Ramada, así como el productor honesto del trópico, el minero, el zafrero y el carpintero solo quieren oportunidades para salir adelante. ¡Oportunidades!
La libertad ganó en Bolivia. Se equivocan quienes pretenden hacer ver al boliviano como un ser incapaz de salir adelante. Así las cosas, solo en mentes obsesionadas con el poder pretenden quitar las libertades a las familias más vulnerables, solo los irresponsables pretenden endeudar al país con el único fin de cumplir con favores políticos, solo los criminales son capaces de mandar a cercar ciudades para dejarlas sin alimentos, acto agravado de manera inhumana por hacerlo en medio de una crisis.
Volvamos. En el contexto de una coincidencia de crisis (política, económica y de salud), nuevamente la ciudadanía junto a políticos, gremios, sectores, indígenas y un largo etcétera enfrenta los abusos de un proyecto autoritario multinacional. Si el primer paso para resolver un problema es entender el problema, recordemos que estamos frente al monopolio de la fuerza y, por si fuera poco, grupos internacionales. Sabemos cómo trabajan, sabemos que no tienen otro límite que el de la correlación de fuerzas y que para ellos la democracia es como un calcetín que lo usan únicamente cuando les conviene.
La libertad ganó en Bolivia y se volverá a demostrar que es así en las manifestaciones de este 10 y 11 de octubre. Pensemos y dediquemos nuestras acciones a la defensa del territorio de pueblos indígenas. Pensemos y dediquemos nuestras acciones a devolver los 2/3 en el Congreso para que los políticos dialoguen y no tengamos imposiciones absolutistas. Dediquemos nuestras acciones pidiendo una reforma constitucional para cambiar la administración de justicia y de ninguna manera podemos aceptar que no se logre la liberación de nuestros presos políticos.
La libertad ganó en Bolivia y lo vamos a demostrar.
*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo