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Entre la “invalorable” ayuda del estatista FMI y Evergrande

Ante este shock electoral, la respuesta inmediata de los mercados fue positiva.

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Por: Alejandro  A. Tagliavini1

De repetirse los resultados de las Paso en noviembre, entre otras cosas, el oficialismo perdería seis senadores quedándose sin quorum propio y, a eso, lo consideran muy peligroso. Si no recuerdo mal, el peronismo siempre ha tenido mayoría en el Senado desde la vuelta de la democracia en 1983. Además, en mi opinión, hace mucho ruido la fuerza con que surgió inesperadamente Milei, con un discurso muy contrario a las ideas gobernantes y a los políticos. La anti política, casi anti-Estado que gana fuerza en todo el mundo.

Ante este shock electoral, la respuesta inmediata de los mercados fue positiva. Creo que se aplica, como nunca, el viejo dicho de comprar con el rumor y vender con la noticia: debía comprarse antes de las Paso y vender el mismo lunes posterior porque el futuro a mediano plazo no luce bien y todo apunta a una radicalización del populismo a cualquier costa, con tal de recuperar votos.

Como señala Roberto Cachanosky, “la economía argentina viene de una larga decadencia que… se vio afectada no por la pandemia, sino por la eterna cuarentena que impuso el gobierno de “científicos” … aumentando el gasto público financiado con emisión…  semejante locura llevaría a un estallido inflacionario…”.  O una demagogia demasiado tardía que la gente advierte y hasta podría ser contraproducente para los votos de noviembre.

La posición del “cristinismo” es relativamente veraz, es decir, después de subir brutalmente durante el año pasado, el gasto público viene bajando en términos reales en 2021, pero no en términos del PBI que cayó 9,9% en 2020. Y esa bajada se debió, principalmente, a la caída en términos reales de los ingresos personales, sobre todo de los jubilados -seguridad social- como se observa en la tabla de P&Q:

Así la vicepresidenta reclama que se cumpla con la meta de déficit fiscal del Presupuesto 2020 de 4,5% del PBI acelerando el gasto público, tal y “como está sucediendo a lo largo y a lo ancho del mundo, desde EE.UU., pasando por Europa y en nuestra región también” y tiene razón y este es el mal ejemplo de un mundo que ha perdido fuertemente el sentido común, empezando por la “pandemia”.

Desde la presidencia se defendían afirmando que, si bien en términos reales bajaron algunos ingresos, la caída en la actividad económica hubiera supuesto una bajada mayor en el poder adquisitivo final. El informe de la oficialista consultora PxQ que publica Ámbito Financiero dice que la alternativa hubiese sido “eliminar los subsidios a la energía”, algo que también hubiese impactado en los ingresos de las familias porque hubiera supuesto un aumento de tarifas.

Presidencia afirma que, entretanto, como muestra el siguiente gráfico también de P&Q, la actividad económica se recuperaba aunque todavía no llega ni siquiera los niveles del tristísimo 2019:

En el esquema estatista del oficialismo expresado por P&Q “el éxito de ese rol contra cíclico depende crucialmente de la cantidad de reservas internacionales que el BCRA tenga en su poder y pueda efectivamente utilizar para financiar el crecimiento de las importaciones que viene asociado con la expansión el nivel de actividad”.

El gráfico de abajo compara la situación de las reservas así definidas para los años electorales 2009, 2011, 2013, 2015 y 2021 en donde se omitieron los años del gobierno de Cambiemos:

La posición de reservas del BCRA de cara al año electoral 2021 era la peor que le tocó enfrentar al Frente de Todos en la historia y esto fue un obvio condicionante a la hora de poder expandir el gasto.

Y este es el círculo vicioso del estatismo, el querer controlar la economía, ergo, el tipo de cambio desde el Estado lleva a la necesidad de tener reservas para financiar el comercio exterior, cuando esta financiación debería correr por orden de la libre oferta y demanda del mercado. De aquí, claro, surge la “necesidad” de creer que el valor del peso depende del respaldo que tenga o, puesto en términos modernos, que para sostener un dólar atado y que la inflación no se dispare es necesario contar con las reservas suficientes para vender cuando se dispara y así bajar su precio.

Pero la realidad es que el valor del peso no depende del respaldo que tenga sino de la oferta y demanda del mercado.

Según Invecq, Cristina Kirchner está pidiendo un aumento del gasto público de aproximadamente 1,3% del PBI lo que equivale a unos $ 550.000 M (casi el 20% de la base monetaria) extra hasta fin de año. Y, según ellos, es más probable que la inyección fiscal y monetaria genere un desorden cambiario y una aceleración “inflacionaria” (del IPC en rigor) que, partiendo de niveles del orden del 50% podrían poner a la economía argentina en una senda muy peligrosa.

Por cierto, el Presupuesto 2022 luce muy optimista. Se estima una recuperación del PBI del 4%, no contempla el pago de vencimientos de capital al FMI, proyecta un incremento real del gasto social, reducción de los subsidios energéticos, desaceleración de casi 20 puntos en la “inflación” -aumento del IPC, en rigor- terminando en diciembre 2022 en 33%. El dólar oficial cerraría el año en $131,1.

Calcula Invecq que, dado que la “inflación” difícilmente pueda bajar a 33% si el gobierno no deja avanzar el dólar más allá de los $131,1, veríamos un atraso del tipo de cambio real que lo llevaría a los niveles del año 2017 cuando ocurría la mayor entrada de capitales en años. Lo que, según esta consultora, generaría expectativas devaluatorias tan fuertes que empujarían al BCRA a abandonar la trayectoria cambiaria oficial ya que no contaría con reservas netas suficientes para intervenir en el mercado o, si decidiera limitar las importaciones, entonces difícilmente la recuperación pueda ser del 4%.

Para 2022, se estima un déficit primario del 3,3% y un resultado financiero del 4,9% del PBI, menos de lo que ocurriría de no haberse concretado la reestructuración de la deuda en 2020 y que explicaría el nivel de reducción del déficit junto a la recuperación de los ingresos fiscales. El rojo del 4,9% se financiará con una combinación del crédito y financiamiento del BCRA, que para 2021 fue de 3,6% del PBI pero que para el próximo año se reduciría al 1,8%, en tanto que los títulos públicos sumarían un 2% del PBI.

Por cierto, cuenta Guillermo Laborda que el último informe de Quantum Finanzas, señala que “el BCRA debería asistir al Tesoro para financiar el déficit primario y el pago de los intereses. En total, $1,5 B entre agosto y diciembre. Una emisión promedio mensual del orden de $250.000 M”. El gobierno se apresta a emitir desde ahora hasta fin de año, $ 1B para poder cerrar las cuentas públicas. La Casa de la Moneda así deberá imprimir por mes, $250.000 M, lo que representa una impresión de $8.333 M por día, 347 M por hora, y 5,8 M por minuto.

Entretanto, se conoció el decreto donde se detalla el mecanismo con el uso que se le dará a los DEG (Derechos Especiales de Giro) del estatal FMI que recibiera nuestro país como parte de la ayuda del organismo internacional a todos sus países miembros por la “pandemia”. Esa ayuda que equivales a USD 4.334 M. Lo que hará el gobierno es un “rulo” que consiste en que el Tesoro Nacional recibe esos DEG pero no los usa directamente para pagar vencimientos de deuda con el organismo sino que se los vende al BCRA a cambio de pesos, los que serán utilizados para financiar el mayor gasto. Luego el Tesoro le pide al BCRA esos DEG y a cambio le entrega un papel, una deuda, una Letra Intransferible y el ministerio de Economía, con esos DEG, le paga al FMI.

Luego, el gobierno “aclaró” que el Tesoro destinará 422.174 M recibidos por los DEG para cancelar adelantos transitorios, o sea, confirma que van a usar la plata del FMI para cancelar adelantos transitorios al Tesoro, lo que libera la posibilidad de financiar al fisco por otros 422.000 M, “liberando” el margen de financiamiento del BCRA en unos 500.000 M si sumamos la suba del límite máximo de financiamiento en 80.000 M.

Cuenta Diego Giacomini que, en la Alemania de los años 20, el Banco Central durante la hiper imprimía los billetes de un solo lado para poder hacerlo más rápido. Creo que la cosa no es para tanto. Lo cierto es que la “inflación” actual -el aumento del IPC- es solo la actualización de los precios retrasados, dada la brutal emisión del año pasado que no se traslado a precios debido a las tarifas y precios congelados y al atraso cambiario, pero no a la emisión de este año que ha estado relativamente controlada y eso se ve en el blue que, no es la perfecta, pero sí la mejor medida de la inflación real desde que ésta es la depreciación del peso por exceso de emisión sobre la demanda.

Ahora, solo el mercado sabe cuál será la demanda de dinero en tiempo real pero intuitivamente podemos decir que debería aumentar con el IPC -la “inflación” del Indec – ya que se necesita más dinero para comprar los mismos productos y más la suba del PBI, aunque habría que descontarle la caída del consumo y la fuga de capitales ante la falta de perspectivas de inversión en el país.

Así las cosas, aunque pareciera que el gobierno se apresta a acelerar la maquinita, no está claro en cuanto aumentará realmente la emisión y tampoco la demanda, de momento el dólar oficial y el blue se mantienen relativamente a raya y, en cambio el IPC, todavía tiene recorrido al punto que hoy resulta más barato -gracias al dólar oficial- comprar un móvil aquí que en Miami.

Así los bonos en pesos atados a la “inflación” (CER) lucen atractivos. Hay analistas que recomiendan los bonos soberanos en dólares legislación argentina ya que tienen una paridad muy baja que ronda los USD 40 o arbitrar bonos globales de ley extranjera por ley doméstica ya que el spread está en máximos. Las acciones argentinas no lucen bien ante tanto descalabro político y las magras perspectivas económicas.

Quedan los Cedears que cotizan en pesos, pero el precio es producto del tipo de cambio del CCL que de momento no pareciera dispararse y el activo en Wall Street. Y aquí merece un párrafo aparte el affaire Evergrande. El gigante inmobiliario declaró que se encuentra en un contexto de fuerte estrés financiero y los mercados globales se contagiaron de la volatilidad proveniente de China y los fondos buscaron cobertura en los bonos del Tesoro y el dólar.

Ahora, si bien el mercado inmobiliario de China sigue siendo una de las industrias más importantes a nivel global desde que representa nada menos que, directa e indirectamente, casi el 25% del PIB de China, lo cierto es que este gigante no es todo el mercado inmobiliario sino una parte.

Si el mercado se tambaleó inicialmente, se debe a que está sentado en una burbuja dada la fenomenal inflación -emisión monetaria- global. Pero el affaire Evergrande, en sí mismo, no debería alterar los mercados y, de hecho, luego se tranquilizaron a medida que quedó claro que los gobiernos seguirán inflando la burbuja. Hasta que estalle, pero el estallido no impactará directamente en los precios ya que están inflacionados y los precios inflacionados nunca vuelven atrás, aunque si se verá por el lado del menor crecimiento económico y hasta de una recesión global.

Veremos que sucede -o sea, desconfíe de cualquier analista que le “tire la justa”- porque, al final es el mercado, los millones y millones de personas que lo conforman los que van haciendo la historia en tiempo real y esto es imposible de prever y es esto lo que no entienden, o no quieren entender, los burócratas que por eso siempre fallan cuando planifican.

1Alejandro A. Tagliavini es Asesor Senior en The Cedar Portfolio  y miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California00

*Este artículo fue publicado originalmente en eldiarioexterior.com el 22 de septiembre de 2021.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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