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Sergio Massa presenta en Argentina un plan de ajuste económico acorde a las exigencias del FMI

Busca sostener el peso argentino, acumular reservas y reducir el déficit fiscal.

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Argentina ya tiene un “superministro” de Economía. Se llama Sergio Massa y tiene por delante una tarea muy complicada: sacar a su país del descalabro en el que se encuentra. Massa fue convocado la semana pasada por el presidente, Alberto Fernández, como la última bala del peronismo para neutralizar la crisis. Durante el fin de semana, el ministro eligió a sus asesores y este miércoles juró en el cargo ante 500 invitados, en una ceremonia a tono con el clima refundacional que la Casa Rosada busca para la gestión.

Tras el “sí, juro”, Massa caminó los 50 metros que separan la sede del Gobierno del ministerio de Economía y presentó un paquete de medidas. El eje del plan es sostener el peso argentino, acumular reservas y reducir drásticamente el déficit fiscal No hay grandes novedades en la lista: es lo que exige a Argentina el Fondo Monetario Internacional desde enero, cuando se firmó un acuerdo para refinanciar una deuda de 44.000 millones de dólares, informó el diario El País de Madrid.

“Leí que soy salvador, bala de plata o superministro. No soy un mago o un salvador, vine a trabajar”, dijo Massa en el inicio de la rueda de prensa. Luego enumeró una a una las medidas, que serán “las primeras” de una larga lista que irá completando durante las próximas semanas. En términos generales, el nuevo ministro fijó como principios de su gestión “el orden fiscal, el fortalecimiento de reservas y el superávit comercial”. Como “motores” de esas metas apuntó “la inversión, la producción, las exportaciones y la defensa del mercado interno”.

“Vamos a cumplir con la meta de 2,5% del déficit fiscal (acordada con el FMI y que figura actualmente en el presupuesto)”, dijo Massa. “Vamos a hacer todo lo necesario para honrar la palabra empeñada”. Para ello prometió que no se utilizará en lo que resta del año el saldo de adelantos del Banco Central al Tesoro, que el acuerdo con el Fondo limitó al 1% del PIB.

“No vamos a pedir más emisión para financiarnos, nos vamos a arreglar con lo que tengamos y el financiamiento privado”, dijo, en una de las definiciones centrales del paquete de medidas.

Reducir la emisión es la espada que utilizará para controlar la inflación, que se ha disparado por encima del 80% anual en las proyecciones más optimistas. Para fortalecer las reservas internacionales, clave para sostener el valor del peso argentino, el ministro anunció el ingreso de 7.000 millones de dólares al Banco Central, producto de un acuerdo por 5.000 millones de dólares con exportadores industriales que tenían retenida la liquidación de sus ventas.

El resto vendrá de créditos con organismo internacionales. Habrá, al mismo tiempo, un canje voluntario de la deuda pública en pesos que vence durante los próximos tres meses. El ministro adelantó que ya tiene el compromiso de adhesión del 60% de los tenedores de bonos.

La reducción del déficit es la principal batalla que deberá librar Massa. El plan prevé mantener congelada la planta de trabajadores del Estado. Pero la principal apuesta está en la reducción de los subsidios que el Estado paga hoy a las empresas generadoras de gas y electricidad, lo que supondrá un aumento de las tarifas de los hogares.

El Gobierno ya había implementado un sistema de segmentación por ingresos que quitaba las ayudas a las familias ricas. “Casi cuatro millones de hogares no solicitaron usarlos; esa es una base. Entre los nueve millones que los pidieron vamos a promover el ahorro por consumo, porque no podemos seguir con un esquema donde el que más gasta es el que más subsidios recibe”, dijo el ministro. De esta forma, aquellos que consuman más de 400 kilovatios perderán el beneficio, cualquiera sea su nivel de ingresos.

Massa no obtuvo todo lo que pedía, esto es el poder total sobre los resortes de la gestión económica. La Secretaría de Energía quedó, al menos por ahora, en manos de un hombre de Cristina Kirchner, lo mismo que la AFIP, la oficina de recaudación pública. El Banco Central seguirá a cargo de Miguel Pesce, que responde a Fernández.

La agenda de energía es clave: el año pasado, el Estado destinó 11.000 millones de dólares al subsidio de las tarifas hogareñas de gas y electricidad. Los intentos del exministro Martín Guzmán por subir esas tarifas y reducir los subsidios, una exigencia del FMI, chocaron una y otra vez contra los funcionarios de Kirchner, al punto que renunció con un portazo. Que Massa pueda superar ese obstáculo será clave para el éxito de su gestión.


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