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Autoritarismo puro y duro 

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La sentencia condenatoria contra la ex presidenta Jeanine Áñez por un hecho punible inexistente, confirma que Bolivia se ha convertido en un Estado autoritario. Esto no es ninguna exageración ya que ha sido condenada en su condición de senadora, pese a que la Constitución consagra (en el papel), la inviolabilidad parlamentaria (art. 151.1). Los parlamentarios gozarán de inviolabilidad personal durante el tiempo de su mandato y con posterioridad… y no podrán ser procesados penalmente.

El Estado autoritario rechaza los principios del Estado Constitucional de Derecho: La separación de poderes, los tribunales independientes, el pluralismo político, las elecciones libres, etc. Los regímenes autoritarios se afianzan gracias no sólo a una represión implacable de cualquier conato de resistencia, sino también a una imponente maquinaria de propaganda, de intoxicación y manipulación (no es casualidad que en la Alemania nazi se creara el Ministerio de Propaganda, dirigido por Joseph Goebbels).

El Estado autoritario, en sentido amplio, es una categoría que engloba aquellas experiencias no democráticas y que tienen un denominador común: se prescinde del consentimiento de los gobernados, pero con un trasfondo ideológico reaccionario. El poder no deriva de la voluntad de los gobernados libremente expresada de forma periódica y no responde por tanto ante ellos, y tampoco encuentra límites, dado que no se reconocen los derechos individuales.

En este tipo de Estado existen varios subtipos; por ejemplo, el de las dictaduras militares y no militares y lo que late en el fondo de las soluciones autoritarias es una profunda desconfianza en la capacidad de autogobierno del pueblo. Aquí se afirma sin complejo alguno, que ciertas elites son superiores a la masa y se cultiva una fe ciega en un líder carismático, que posee (supuestamente) cualidades excepcionales (es prácticamente infalible) e interpreta las necesidades nacionales con un sentido providencial y, por tanto, sólo responde ante la historia (La historia me absolverá, Fidel Castro).

Algunas notas diferenciales del Estado autoritario, que contrastan con el Estado liberal:

  • Frente al principio liberal de división de poderes, se opta por la concentración de poderes, de funciones, en el jefe del Estado, que lo es también del gobierno y del partido, sin cortapisa alguna.
  • Para facilitar el ejercicio discrecional del poder, se prescinde de cualquier garantía constitucional efectiva, como la propia rigidez de la Constitución.
  • Se descarta todo tipo de consulta o procedimiento electoral fiable (sólo se organizan algunos plebiscitos). Se desprecia la representación política, que se descalifica como signo de la descomposición liberal, y se reemplaza por un sucedáneo: la representación corporativa en instituciones a las que se encomienda la función de conciliación de intereses, controladas por el partido único.
  • La ausencia de límites en el ejercicio del poder comporta la abolición de los derechos y libertades individuales. Todo brote de oposición o disidencia es sofocado, llegándose incluso a la eliminación física.
  • Junto al aparato del Estado existe un partido único que desempeña un papel decisivo como centro de impulso y dirección de la vida política: se produce una confusión entre Estado y partido.
  • La imposición de una ideología oficial (de una moral oficial incluso), exclusiva y excluyente, mediante técnicas de propaganda y medidas represivas muy intensas, porque una buena dosis de terror cumple una función de intimidación. Se trata de modelar las conciencias con un férreo control y una manipulación sistemática de la información.
  • Identificación o completa fusión de la organización del Estado y la organización del partido único, hasta el extremo de que las estructuras del Estado están subordinadas al centro real de poder que es el partido, incluso con milicias propias, con una parafernalia militar (desfiles, uniformes, jerarquía).
  • La seguridad jurídica brilla por su ausencia, y la situación de indefensión resulta aún mayor para los catalogados “enemigos” del régimen que son perseguidos y reprimidos y a los que se aplican medidas de aislamiento cuya expresión más trágica fueron los campos de concentración, de exterminio en la Alemania de Hitler.

Con la sentencia condenatoria contra Jeanine Áñez, comienza la carnicería a la oposición política y todos los que piensen distinto al MAS.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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