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Cinismo y hambre de poder

Carlos Toranzo

Economista,UNAM México. Maestrías Economía: Escolatina Chile y UNAM-México. Autor de varios libros.

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Evo Morales bloquea los caminos del país. ¿Qué quiere? Según él, que se cumpla la Constitución, que haya una justicia limpia e independiente, que no se consolide el “golpe judicial”, que el Gobierno no use a la justicia como arma política contra los opositores, que se logre construir un Estado de derecho.

Hay que tener mucho cinismo para plantear todo eso, no olvidemos que Morales fue el primero en violar la Constitución; en la Carta Magna de 2009 hay un artículo transitorio aceptado por Morales para evitar que éste se presentara a un tercer mandato; para aprobar esa Constitución él dio su palabra indicando que no lo sería. No cumplió.

Después, convocó al referéndum de 2016 e indicó que cumpliría su resultado, expresó que si perdía se iría a su chaco: no lo hizo porque su chaco era el palacio presidencial; candidateó nuevamente violentando el cumplimiento de la ley. y luego usó a la justicia para que se le reconociera su “derecho humano” a candidatear indefinidamente.

Pide justicia independiente cuando por más de una década usó a esa justicia para prolongar su poder, para tapar sus corruptelas, para eternizarse en el Gobierno. Dice que no se debe usar a la justicia como arma política cuando fue él quien la utilizó como su mecanismo preferido para destruir a la oposición; expresa que quiere que haya Estado de derecho, cuando él, durante su mandato, absorbió al órgano judicial, cooptó y utilizó al sistema electoral; y tras el fraude de 2019, cuando las mujeres, los niños y los jóvenes se movilizaron y lo empujaron a que renunciara, el cobarde huyó con llanto en los ojos.

Hay que tener mucho, pero mucho cinismo para presentarse como defensor de la democracia. Veamos: el cómplice de todas las violaciones a la Constitución fue el actual presidente; más todavía, fue el cómplice de hundir la economía al despilfarrar los recursos del boom de las materias primas. Ambos son culpables de la crisis económica que azota a Bolivia.

Morales no defiende la Constitución, moviliza a sus bases, que se van reduciendo ostensiblemente, porque quiere una justicia propia, desea tener un Tribunal Constitucional que lo habilite para ser candidato en 2025, esa es la razón de todas sus acciones políticas. Morales es un hombre de alma dictatorial que ha probado las mieles del poder, por eso desea recuperarlas para vivir adulado por sus clientelas, usando sin medida fondos del erario público para sus caprichos, como por ejemplo hacer museos para sí mismo; como megalómano requiere el poder para estar conforme consigo mismo.

Morales creyó que le prestaba el poder a Arce, pues lo creía plenamente fiel, creía que gobernaría como vicepresidente mientras él controlaba el poder y las arcas públicas. Inocente idea pues ni bien Arce fue ungido como presidente sintió que el poder era suyo y poco a poco fue desobedeciendo a Morales. El poder le hizo creer que era un buen presidente. Los obsecuentes que siempre existen en derredor de las mieles de poder le enseñaron y aconsejaron que éste hay que mantenerlo haciendo todo lo necesario para hundir a quien quiera arrebatárselo.

Arce no es un líder, no es un caudillo, pero es el dueño de la billetera pública, ésta es un instrumento muy útil para convencer a la “reserva moral de la sociedad”, a los movimientos sociales, de que es mejor estar cerca del poder, por ello la docilidad de la COB, de las Bartolinas, de la CSUCTB y otros movimientos sociales que expresan que el “hermano Lucho” es el nuevo jefazo del proceso de cambio. Todos los que antes se arrodillaban ante Morales ahora lo hacen ante Arce; éste parece creer que lo hacen porque él es un buen presidente…

Morales y Arce pelean por el poder, no por ideas; la idea de la “revolución democrático-cultural” se hundió hace tiempo, eso del Estado Plurinacional es una bolsa vacía sin contenido. En los bloqueos y en los actos gubernamentales ya no hay ideas, utopías, sólo la pobreza moral de dos personajes sin estatura política para dirigir a un país. Además, a ambos se les nota el tufillo de la cercanía con el narcotráfico. El MAS del uno y del otro ya no tiene nada que ofrecerle al país.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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Carlos Toranzo

Economista,UNAM México. Maestrías Economía: Escolatina Chile y UNAM-México. Autor de varios libros.

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