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El examen para obtener la licencia para conducir

Marco A. Del Río

Economista

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Una persona ha llegado a ese punto en su vida donde considera que una destreza que debe adquirir es conducir un vehículo motorizado. Para ello, se plantean dos problemas: 1) ¿cómo aprender o adquirir esta destreza?; 2) Dado que a la Sociedad y al Estado le interesa asegurar que detrás del volante haya personas que sepan manejar un vehículo, y no inexpertos que puedan provocar accidentes, ¿cómo obtener el permiso legal para hacerlo, la llamada Licencia de conducir?

Para resolver el primer problema, hay disponible en la ciudad una amplia oferta de escuelas de conducción, donde se proporcionan cursos donde se combinan el aprendizaje práctico con un vehículo de la propia autoescuela, y algunas horas de teoría dedicadas a revisar el Código de Transito, la señalización e incluso elementos de primeros auxilios como cambio de ruedas, etc. Así, con cierta cantidad de horas, la persona aprende los rudimentos de esta actividad.

Para resolver el segundo problema, el aprendiz debe dar un examen que será tomado por la autoridad policial competente. Suena razonable que el futuro conductor de una prueba de habilidad antes de proporcionarle el permiso de circulación que supone la licencia.

Así, el futuro conductor llega al día donde debe rendir su examen. No ha practicado más horas de las que pudo pagar en la autoescuela, pues carecía de la licencia, sin la cual se entiende, no puede circular por la ciudad con un vehículo. Luego de obtener su licencia, podrá, si tiene acceso a un vehículo, practicar todo el tiempo que sea necesario para llegar a dominar esta actividad.

Un funcionario del SEGIP es el encargado de tomar el examen. Luego de verificar sus datos, le pide subir a un vehículo y encender el motor. El aprendiz hace tal cosa. Inmediatamente el funcionario le informa que descienda del vehículo y que ha reprobado el examen. No se puso el cinturón de seguridad antes de encender el motor. Puede retirarse.

Otro aprendiz no olvida el detalle del cinturón de seguridad. Vamos bien. Encendido el motor el funcionario le indica que debe parquear el vehículo en un exacto espacio entre otros dos motorizados que están estacionados cerca. El aprendiz se acomoda en paralelo para poder parquear retrocediendo. Basta que empieza intentarlo, el funcionario le pide que detenga el vehículo, apague el motor, y se retire pues ha reprobado. No puso las luces de parqueo. Puede volver a presentarse más adelante.

Otro aprendiz intenta la maniobra de parqueo con éxito: con una sola maniobra se ha logrado ubicar en el espacio disponible. Pero el funcionario le informa que ha reprobado pues el ángulo entre las llantas delanteras y traseras es de 10 cm, lo que excede la normativa del SEGIP. El funcionario hace la medición a “ojímetro”, pues no usa ninguna regla para verificar la situación.

Como podrá sospechar el lector, y más aun si conduce, muy poca gente logra aprobar el examen de conducción. Y en efecto, la maniobra de parqueo con retroceso es una maniobra difícil que exige al conductor conocer el volumen del motorizado que maneja. No es lo mismo hacer esta maniobra con Suzuki Alto que con una Toyota Hilux. Pero, el funcionario le pide realizar esta maniobra a la perfección con un vehículo que en muchos casos la persona no ha manejado jamás, pues lo acaba de alquilar.

Parece que un examen así esta diseñado para que asegurarse que las personas lo reprueben. Y en efecto, tal cosa es la que le pasa a la gran mayoría de las personas que se presentan al examen para conseguir la licencia.

El aprendiz se enfrenta al siguiente obstáculo. Es evidente que necesita practicar más, en especial parqueo de retro. Pero no tiene la licencia para conducir, lo que supone que, si sale con un motorizado a practicar, y en tal actividad lo encuentra un policía de tránsito, va a tener un problema. La pregunta es obvia: ¿No habrá otra forma de conseguir una licencia de conducir?

Es que estamos ante una situación muy curiosa: para poder llegar a un razonable dominio de la conducción de motorizados se necesita una buena cantidad de horas de práctica, o sea se necesita conducir; pero para poder conducir se necesita la licencia, pero sólo se obtiene la licencia si se domina el arte de conducir. Parece un problema irresoluble: necesito practicar más horas, pero para poder conducir por la ciudad necesito tener la licencia, pero solo podre conseguir la licencia cuando ya no necesite prácticas. Parece un problema irresoluble. En tal escenario, cualquier aprendiz de conductor, naturalmente se hace estas preguntas: ¿No habrá alguna forma alternativa de obtener la licencia sin dar el examen? ¿O como se puede lograr que el funcionario del SEGIP sea menos estricto?

Dos reflexiones adicionales y una aclaración. ¿No sería razonable que exista una licencia de conducir provisional para las personas que están aprendiendo a conducir? Una licencia, con tiempo limitado (tres meses, seis meses o un año) que permita que el aprendiz pueda conducir para terminar de aprender esta actividad. Porque bien visto, parece injusto que se aplique un examen exigente y severo a personas que aun no han tenido el tiempo de práctica suficiente para poder darlo con suficiencia.

En segundo lugar, este asunto hace que uno termine tratando de recordar la diferencia entre soborno y extorción.

Finalmente, y previendo que la gente del SEGIP niegue que las cosas aquí narradas no son así, debo decir que están basadas en un testimonio real.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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Marco A. Del Río

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