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Romina Pérez Ramos sin maquillaje

Lupe Cajias

Periodista e historiadora

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En el día dedicado a la mujer boliviana, la opinión pública nacional conoció las declaraciones de la representante del Estado Plurinacional calificando las protestas sociales en Irán como parte de una conspiración sionista británica/estadounidense.

Las (supuestas) palabras de la política masista Romina G. Pérez Ramos circularon gracias al seguimiento de una agencia de noticias no tradicional. Sin esa nota, es muy probable que el discurso de Pérez Ramos ante una autoridad iraní jamás hubiese sido difundido en Bolivia.

La condena a la postura de la antigua parlamentaria abarcó a mujeres, hombres, jóvenes, escritores, periodistas, plataformas ciudadanas, pobladores de diferente origen y de distinta orientación ideológica. El escándalo duró algunos días.

Pérez aseguró que su participación fue tergiversada por la agencia oficial iraní; apareció una disculpa y un nuevo texto. Sin embargo, jamás se reprodujo realmente qué dijo y qué no dijo la antigua dirigente estudiantil sobre las marchas feministas. ¿La agencia puso en su boca palabras inventadas?

Es difícil creer que semejantes frases fuesen una “tergiversación”, como suelen culpar los políticos del Movimiento al Socialismo a los medios de comunicación masiva. En todo caso, la Cancillería Plurinacional publicó un comunicado anunciando que la embajadora había sido convocada al país para dar explicaciones.

Ya son dos semanas. Las informaciones oficiales de ABI y también del Ministerio de Relaciones Exteriores no registran ninguna novedad sobre el tema. Pasado el show y las payasadas de algunas figuretis, el asunto parece olvidado. Tampoco fue publicada la investigación anunciada por la oposición.

Pérez aparece cubriendo su cabeza acatando una imposición extranjera disfrazada de religión. ¿Qué hará cuando la policía de la moral la arrastre por las calles por sus pinturas en la cara, por sus rulos enrulados, por su boca enrojecida? ¿Sabrá que esos uniformados tienen el derecho de calificar si unos polvillos son adecuados o no? ¿Es consciente de cuántas muchachas son flageladas porque algún guardia considera que su velo está chueco?
¿Cuántas fueron agredidas este viernes, esta semana, este mes, este año, estos 40 años? Mientras ella iba feliz a la peluquería, cuántas chicas kurdas fueron humilladas por lucir algunos cabellos sueltos. ¿Sabrá quien es Masha Amini? ¿Tendrá ideas propias para entender por qué miles salen a las calles enfrentando el peligro y la represión?

Romina G. Pérez Ramos es una representante muy oportuna para reflexionar sobre la impostura del discurso masista en torno a diferentes temas “políticamente correctos”: derechos de las mujeres, cuidado de la Madre Tierra, defensa de la población indígena.

En los datos de la realidad, la posición de los actores del Estado Plurinacional es exactamente lo contrario: más y más mujeres hostigadas y asesinadas, niños violentados, mercurio en los ríos, dragas en la selva, campos desolados, indígenas perseguidos, bosques saqueados… cemento, cemento, cemento, cocales, cocales, cocales.

¿Dijo algo la ministra de la “despatriarcalización”, Sabina Orellana? ¿Sacaron los colectivos de mujeres masistas algún pronunciamiento? ¿Hay esfuerzo entre las bartolinas por reflexionar sobre lo que pasa con esas jóvenes al otro lado del mundo?

El canal Abya Yala financiado por Irán es dirigido por mujeres supuestamente defensoras de la dignidad femenina. La viceministra Gabriela Alcón les otorga publicidad estatal con plata de los contribuyentes legales. El círculo queda completo. La sumisión cuesta plata. ¿Alcanza ese silencio a tapar la vergüenza?

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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Lupe Cajias

Periodista e historiadora

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