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El pasado domingo, el Papa Francisco, con una Misa celebrada en la Basílica de San Pedro del Vaticano, inauguró oficialmente el Sínodo 2021 de los Obispos sobre la sinodalidad: el “Espíritu Sinodal” de sabernos escuchar los unos en los otros en un camino que llevaremos juntos.
No voy a referirme a lo teológico y misionero del Sínodo; pero sí voy a apropiarme al magisterio social de la Iglesia ejercido por Francisco para, una vez más, insistir en nuestras virtudes ausentes como país y como democracia.
En su homilía a modo de Manifiesto-guía, Francisco llamó a detenerse a analizar tres verbos del Sínodo: Encontrar, escuchar, discernir, bases de convivencia y política de paz de los que estamos urgidos en Bolivia. Ya antes, en “Conciliación y encuentro: virtudes pendientes” (La Razón, 6/7/2021) había abordado sus ideas analizando el Seminario Internacional de Experiencias para el Reencuentro, organizado en La Paz por la Vicepresidencia del Estado y el Sistema de Naciones Unidas en Bolivia.
Ya el título del Seminario —“Reencuentro”— presuponía un “encuentro” previo que debió darse tras urgencia de la Guerra del Chaco. Pero el mestizaje etnosocial, cultural y económico que se inició con la Revolución de 1952 quedó con muchas asignaturas pendientes, sobre todo porque no empoderó al indígena —logrando su mutuo encuentro— y, además, no avanzó en el encuentro Oriente-Occidente y de ambas sólo se logró un híbrido —la burguesía chola, muchas veces atornillada al capitalismo de Estado que potenció el movimientismo.
Retomaré las ideas de ese artículo previo con el análisis de los tres verbos: “Encontrar”-“Escuchar”-“Discernir”, recordando que Verbo es Palabra y que «En el principio era el Verbo» (Juan 1:1). Para “Encontrar(nos)”, Francisco conmina a «favorecer el encuentro entre nosotros […]; para enfocarnos en […] la palabra del otro»: sólo encontrándonos podremos escucharnos pero para “Encontrar(nos)” es fundamental obviar el discurso dicotómico vencedores-vencidos.
Coincido con mi amigo Diego Aguilera (“¿Se debe negociar con el autoritarismo?”, Publico.bo, 9/10/2021) cuando afirmó «en política (cuando hay equilibrio) se llega a consensos» y, para ello —al margen de algunas discrepancias más conceptuales—, es importante entender su afirmación de que si «las fuerzas son asimétricas se debe primero procurar nivelar la balanza». Esta afirmación es fundamental porque fue la base de la pacificación centroamericana: la constatación de que el equilibrio entre las diferentes fuerzas (Guatemala, Nicaragua, El Salvador) no podría romperse, de que la situación era límite, que no habría un ganador y sólo mayor destrucción de estos países y peores sufrimientos para sus poblaciones que los sufridos en las décadas de guerras “de baja intensidad” conllevaron los Acuerdos de Paz de Esquipulas I (1986) y II (1987) y Chapultepec (1992) que lograron frenar el desastre —al margen de la actual dictadura orteguista en Nicaragua y de los cuestionamientos de Nayib Bukele a los de su país.
En Bolivia, esta constatación del límite no se ha alcanzado —no se ha entendido, más bien— y, por ende, no se ha logrado el desarme de soberbia; en el caso de Morales Ayma, una posición constante de falso triunfalismo desde el mismo 2005, algo que hoy copian “en duro” Arce y corifeos y “con cintura” Choquehuanca.
Queda “Discernir”, que llamaré “Conciliar” y que Francisco expresa en magisterio: «El encuentro y la escucha recíproca no son algo que acaba en sí mismo, que deja las cosas tal como están. Al contrario, cuando entramos en diálogo, iniciamos el debate […] y al final no somos los mismos de antes, hemos cambiado». Muchos no faltan para asumir esa sinodalidad que propone Francisco.
*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo
