OpiniónPolítica

Llueve sobre mojado

Tomás Monasterio

Exdiputado nacional

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Al cumplirse los 100 días de gestión del alcalde Jhonny Fernández hice notar la ausencia de un plan integral de ciudad. Después de leer las 10 páginas de su programa de gobierno presentado al Tribunal Electoral Departamental —sí, solo 10 páginas para el municipio más poblado del país—, trataba de provocar en el Alcalde, que en sus primeros meses de gestión presentara una perspectiva sobre el desarrollo de Santa Cruz de la Sierra. No sucedió, por el contrario los desatinos, ocurrencias e improvisación están marcando su mandato.

La pandemia que aún no termina, sus consecuencias desgarradoras y los cambios globales que ya estaban en marcha y se han acelerado con esta crisis, demandan repensar con profundidad la visión de nuestra ciudad, recuperando ese espíritu local pero cosmopolita, escribía entonces. La comicidad, seña del burgomaestre, le ha ayudado a distraer la atención sobre los problemas acuciantes, relativizar la magnitud de su obligación y, cuanto menos, evadir sus responsabilidades. Pero, también le han retratado de cuerpo entero, como aquel Tik Tok sobre el dedo de un trabajador que fue a parar a una hamburguesa.

Causó conmoción y fue noticia nacional e internacional. Una comensal, de una reconocida cadena de comida rápida, encontró un dedo en la hamburguesa que había pedido. Luego, se informaría, que en un accidente laboral, un trabajador había perdido el dedo. Nadie supo explicar cómo llegó el dedo a la hamburguesa. Más allá del desafortunado incidente y sus consecuencias jurídicas, en medio del estupor ciudadano, la reacción del “Tío Jhonny” fue ironizar, preguntándose si el dedo era de la mano derecha o izquierda. La escena remataba con las carcajadas de dos mujeres y “La Mordidita” de Ricky Martin de fondo. Una obra maestra.

Si bien el video fue retirado el mismo día ante el repudio generalizado, no mereció ni una disculpa pública, como si se tratara de la fechoría de un adolescente y no la de una autoridad. Sin embargo, no solo es la barrabasada, sino la falta de humanidad, no se puede ser tan cruel con un trabajador mutilado. Ante tanta banalización, sospecho, que el Alcalde hasta ahora comprende que es su obligación garantizar la inocuidad alimentaria en los centros de expendios de comida, menos aún, como estos infortunios y su pésimo manejo dañan la imagen de nuestra urbe. Jhonny está acostumbrado a la joda, y mejor si la pagan otros.

Preso de sus promesas demagógicas, está perdiendo una oportunidad inmejorable para modernizar el sistema de transporte. La exigencia de los transportistas para que cumpla su compromiso electoral de sacar los cordones del BTR en el primer anillo, la ausencia de proyecto del monorriel, sus vaivenes sobre la actual ley de movilidad urbana, demuestran la falta de alternativa a un proyecto criticado y a un problema que se agudiza.

El anuncio septembrino de cambiar las losetas por pavimento en el Centro Histórico, abrió un debate para el cual no estaba preparado. Historiadores, periodistas, intelectuales, colectivos, entre otros, mostraron su rechazo a la improvisación y lo dejaron sin aliento. El Centro necesita revitalizarse, eso no está en cuestión, lo lamentable es que se quiera engañar, reduciendo la revitalización a un simple cambio de losetas. Los populistas, ante la carencia de ideas, creen que los asuntos complejos se resuelven con soluciones simplistas. El Centro necesita encontrar su rol en la metrópolis, considerando la herencia histórica, su patrimonio cultural, la nueva economía urbana y demográfica; y sus elementos arquitectónicos. Algo difícil de abordar desde la superficialidad.

La capital está por debajo del promedio departamental de vacunación contra el COVID-19, un poco incomprensible tomando en cuenta la cantidad de recursos con que contamos. Pese a la insistencia de mi propuesta de masificación, con la ampliación de centros de vacunación, en módulos educativos, coliseos y brigadas móviles, sigue sin involucrarse. Una lenta vacunación, ante el inicio de la cuarta ola, pone en riesgo vidas, saturar nuevamente los hospitales, aleja el retorno a clases y hace tambalear la recuperación económica. Si no hay un cambio de actitud seguiremos siendo la ciudad más golpeada por el virus.

El proceso de licitación para el recojo de basura, el más importante de la municipalidad, con tantas anulaciones y rectificaciones está más nauseabundo que las 2000 toneladas de basura que diariamente se recogen. Las clases se están terminando y no llegaron ni las tabletas ni el internet gratuito. Y podríamos continuar, la lista es larga, llega hasta la misma forma de selección del personal municipal, en muchos casos comprometidos con la violencia machista, sin que haya filtros para evitarla.

La descoordinación con el Concejo Municipal, por decirlo suavemente, no se agota en aquella ley sobre la aprobación de contratos, sancionada y no promulgada, sino en la inversión de roles. Un Concejo que no aborda la Carta Municipal —su principal tarea— y un Ejecutivo haciendo el papel del legislativo, socializando un proyecto del cual no tiene atribución. Caótico.

Mientras tanto las licitaciones siguen con un manto oscuro, porque solo se disputan el control sobre los jugosos contratos, uno por mantener el control absoluto y otros porque sea compartido. Nadie ofrece propuestas para que las licitaciones sean transparentes de cara a los ciudadanos. El mejor ejemplo de estos falsos debates fue el POA, las críticas previas al tratamiento abundaban. Posteriormente, el mismo se aprobó por unanimidad, sin modificaciones, en el distrito más alejado. Luego se supo que contenía la compra de 7 vehículos de 50.000 dólares cada uno, para uso de los concejales. A estrenar el 2022.

La gente votó por un cambio, esperando una regeneración de la administración municipal. Jhonny tuvo la audacia para ver la oportunidad ante la falta de alternativas refrescantes, y siendo el más antiguo de los candidatos expresó renovación. Los ciudadanos le dieron una segunda oportunidad para que gestione la crisis más dura. El problema es que Santa Cruz ya no puede aguantar más tiempo sin gestión, sin plan de ciudad ni hoja de ruta, porque no son las circunstancias, sino la falta de capacidad y la frivolidad, sin contar el zigzagueo político. Llueve sobre mojado. Vamos a peor.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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Tomás Monasterio

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