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Todos los rostros del conflicto (político, represivo, distractivo) analizados por tres importantes periódicos bolivianos

Página Siete habla de la Policía, El Deber del gobierno y Los Tiempos del tráfico de drogas.

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Página Siete – La Policía: violenta e instrumentalizada

El conflicto cocalero en La Paz tiene una arista preocupante: el papel que está jugando la Policía. El editorial de este miércoles de Página Siete recuerda que la fama de las fuerzas policiales del mundo no es de las mejores por sus abusos y hasta por acciones racistas, pero lo “deplorable” en el caso boliviano es que la Policía se entregó al gobierno y, por tanto, nadie responde por sus atropellos represivos en contra de los cocaleros movilizados, vecinos de las zonas afectadas por los enfrentamientos y periodistas que hacen la cobertura de los hechos.

“La Policía se ha convertido en un actor social más que ha buscado la derrota del otro sector en pugna, haciendo para ello uso excesivo de la fuerza”, afirma Página Siete y recuerda que el interés político del gobierno de Luis Arce es “imponer su dominio total” en un sector que no pudo ser domesticado por el masismo y es un rival declarado de los cocaleros del Chapare y de su máximo dirigente vitalicio. “La Policía siempre ha actuado de manera funcional en estas rencillas (…), pero lo que se ha presenciado en estos días resulta totalmente deplorable”, añade.

“El MAS ha sido claro en cómo espera que la Policía Boliviana actúe en conflictos en los que tiene particular interés –como es el caso de Adepcoca-. La experiencia de la insubordinación policial que se produjo en 2019 no puede ser replicada y la instrumentalización policial ha adquirido carácter institucional”, sostiene con firmeza el editorial. Puestas así las cosas, es casi improbable que la Policía se haga responsable de los daños a inmuebles, negocios y propiedad pública en las jornadas de represión, porque la subordinación es recompensada con la impunidad.

El Deber – Conflicto con cocaleros de Yungas

El editorial de este miércoles del diario cruceño también evalúa el conflicto que ya lleva diez días en La Paz y concluye que “los enfrentamientos de la Policía con los cocaleros de Yungas se producen por la intromisión del nivel central del Estado en un asunto en el que nada tendría que hacer el Gobierno”, pero que se ha convertido en una prioridad porque se trata de ejercer control político sobre un sector que tradicionalmente ha sido conducido por dirigentes opuestos al masismo y a los cocaleros del Chapare.

“Las refriegas han dejado varios heridos, algunos con heridas de balines, y al menos 60 aprehensiones de cocaleros contrarios a la línea del dirigente al que apoya el Gobierno, pese a que no existe ninguna imputación de la Fiscalía”, señala El Deber, aunque precisa que el número de heridos es indeterminado y cada uno busca la atención de salud que está a su alcance. “Algunos llegaron a hospitales, adonde en lo posible prefieren no acudir, para evitar ser detenidos allí por la Policía; otros fueron atendidos por bomberos voluntarios y en otros casos los mismos cocaleros se hicieron curaciones caseras entre ellos”.

El editorial del periódico de Santa Cruz también cuestiona la actuación de la Policía con “agentes vestidos de civil lanzando cachorros de dinamita contra los manifestantes” y la paliza que recibió el dirigente Armin Lluta en las horas de secuestro del que fue víctima y quien “desafió al ministro de Gobierno, Eduardo del Castillo, a ejecutar una orden de aprehensión en su contra a cambio de que la autoridad ordene que se detenga la represión de la Policía a los cocaleros de Yungas que intentan recuperar su mercado de coca de Villa Fátima”, algo que por supuesto caerá en saco roto.

Los Tiempos – Lo que los conflictos disimulan

El editorial del periódico de Cochabamba trata el conflicto en el país desde otra perspectiva. “El Gobierno está aplicando un método eficaz para conseguir sus objetivos: dispara cortinas de humo que distraen mientras completa su esquema jurídico de control total y disimula situaciones incómodas de encarar”, afirma Los Tiempos y pone como ejemplos la intención de aprobar la Ley de Ganancias Ilícitas, rechazada por varios sectores, y el incremento del tráfico de drogas en Bolivia: como productora y como país tránsito.

El editorial de Los Tiempos hace hincapié en el segundo tema sobre el que se estaría evitando que la opinión pública pose su mirada y su preocupación, por lo que el correr cortinas de humo se hace prácticamente imperioso. “… el Gobierno de EEUU incluyó a nuestro país en la lista de naciones que son de tránsito y productoras de droga, al igual que a Venezuela” y la Unodc, en un reciente informe, determinó  que “los cultivos excedentarios de la coca habían subido, en vez de disminuir, lo que hace ver que la reprobación no es política, sino con datos concretos”.

“Hay más: en el último monitoreo de la Unodc detectó que hay cerca de 30 mil hectáreas de cultivos ilegales de coca y que la erradicación ha sido insuficiente en 2020. El Gobierno culpa de ello a la administración transitoria, sin mencionar que en ese periodo era imposible ingresar al Chapare para erradicar, que había una oposición no solamente dura, sino armada a la presencia del Estado”, complementa Los Tiempos en un intento de llamar la atención sobre un tema clave que busca ser disimulado con conflictos artificiales como la pugna por la wiphala.

 


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