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Carlos Toranzo: “No tenemos una democracia de ciudadanos, sino un modelo corporativo”

Carlos Toranzo analizó los problemas, causas y desafíos necesarios para la construcción de una democracia representativa en Bolivia.

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Toranzo es economista por la UNAM y ha sido durante 26 años director de estudios en las áreas económica y política en la Fundación Friedrich Ebert en Bolivia. Es autor de numerosos libros, profesor universitario y columnista. Ha escrito recientemente un estudio sobre los problemas de la democracia boliviana, publicado en la revista Ideas & Debate.

“En dos siglos, Bolivia no ha logrado construir una democracia representativa. No hay pulsión de la gente a amar la democracia representativa, es distante, más le gusta la democracia en las calles. Se ha construido un modelo político más cercano a lo corporativo. Se intentó durante 20 años, del 85 al 2005, el inicio de la construcción de un sistema de partidos, una democracia de consensos con una pequeña idea de Estado de derecho. Desde el 2006 hasta ahora eso se ha perdido”, cuestionó.

El analista dijo que en el país hay “un hiper-presidencialismo muy fuerte. El Poder Ejecutivo ha absorbido al Legislativo, al Poder Judicial y al Poder Electoral. Todos dependen de la voluntad del presidente. Es el clásico modelo de caudillismo, donde las instituciones no existen. No puede haber democracia sin Estado de derecho, sin pesos y contrapesos. El sistema judicial está manchado de corrupción, es un instrumento del poder y los fiscales son una especie de policía para reprimir a opositores”.

“No se construyó Estado. Hay una sociedad civil muy fuerte, aguerrida y levantisca, pero no se ha construido institucionalidad. El BCB, el Defensor del Pueblo y la Contraloría son instituciones débiles. Tampoco son instituciones fuertes los partidos políticos y en Bolivia lo que prima es el movimientismo. Es lo que hizo el MNR durante el 52 y lo que hace el MAS ahora. El movimientismo hace política en las calles y no en las instituciones. Si alguien desea lograr una reivindicación, tiene que pasar por las calles”, señaló.

Toranzo indicó que la de Bolivia “es una democracia sin demócratas. Los bolivianos tienden más bien al autoritarismo, están más cerca de los populismos y del caudillo. Las mujeres no tienen cabida y tampoco los jóvenes. No es una democracia de ciudadanos, sino de corporativismos. En el Parlamento hay representación de choferes, contrabandistas y chuteros, con una lógica corporativa. No existe el interés general, sólo intereses particulares. No hay visión de país”.

“En este tipo de democracia no hay libertad de pensamiento. No se vota en libertad, porque al ciudadano lo somete el autoritarismo de su sindicato, de su junta vecinal, de su organización campesina, de su corporación. No hay un voto libre, está dominado por las corporaciones. Una democracia de ciudadanos es la que no está fundada en los corporativismos, en las minorías eficaces. El ciudadano podría mirar estratégicamente el interés general. En Bolivia no hay un sujeto independiente para decidir. En última instancia, está compelido a hacer lo que dice el caudillo”, remarcó.

El economista dio algunos ejemplos: “El sujeto no es libre de emitir su pensamiento. En el sindicato se lo somete a multas, o si un cocalero o un indígena dice que Evo no debe estar se le pega a su esposa y se lo somete a chicotazos. Se trata de un pensamiento único. Cooptan a casi todos los medios de comunicación y a los medios independientes se les corta el avisaje o se manda a la renta”.

“El Poder Judicial, que debería proteger al ciudadano, no lo hace. Es venal, corrupto, ilegítimo y poco eficaz. El centro de una democracia es el Poder Electoral, pero si es débil la democracia está en peligro o es de mala calidad. Eso ha sucedido en el 2019”, dijo.

Toranzo subrayó que “en la escuela no se enseñan valores democráticos. El niño no sabe que en una democracia tiene que haber libertad de pensamiento. Si opina distinto el profesor lo va a castigar, no se está construyendo un sujeto democrático”.

“Necesitamos que las instituciones no se destruyan, darles tiempo para que maduren y no cambiarlas constantemente. Que el presidente, el vicepresidente y los legisladores respeten la ley. Si desde arriba la violan, desde abajo también lo van a hacer. Los poderes no deben ser omnímodos”, añadió.


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