Mirada Sur LVIII: Presidente “tico”, Castillo tambalea, Bolsonaro revive, maras, cárceles y Malvinas
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1. Costa rica tiene nuevo presidente
Costa Rica votó el pasado domingo en una segunda vuelta electoral que terminó en sorpresa. El ganador y nuevo presidente “tico” es Rodrigo Chaves, quien se impuso al ex presidente y heredero de una verdadera dinastía política local, José María Figueres. Siendo Costa Rica uno de los países más estables (y si se quiere de bajo perfil) de la región, el resultado no tuvo demasiada prensa a nivel de medios globales. Pero como en Mirada Sur estamos justamente para cubrir esos agujeros informativos, aquí tiene toda la explicación que necesita para entender el paso que dieron los costarricenses.
¿Quién es Chaves? Eso se lo preguntamos hace algunas semanas a Luis E. Loria, consultor, analista y presidente del Centro de Estudios Ideas Labs, quien nos definía al hoy presidente como “un ex ministro de Hacienda (2019-2020) y exfuncionario de alto nivel en el Banco Mundial, con un discurso fuerte de lucha contra la corrupción, los monopolios privados, y los privilegios con cargo al presupuesto”. Por lo visto, no luce como alguien que se vaya a alinear con los populismos que vienen creciendo en muchos países de la región.
¿Cuáles son sus planes? Según Luis, a quién volvimos a consultar esta semana, “se esperaría un estilo de liderazgo orientado a resultados y un enfoque hacia cambios radicales, en contraste con la tradicional preferencia por la gradualidad de los ajustes. El éxito del nuevo presidente dependerá, en buena medida, de su capacidad para lograr acuerdos necesarios en un Congreso dividido y en el cual no cuenta con una mayoría para la aprobación de varias de las reformas de impacto”.
De nuevo, para el perfil tradicional de los líderes de nuestra región, Chaves parece casi “neoliberal”. Pero para entender mejor qué se puede esperar que pase políticamente en Costa Rica en los próximos años, le consultamos a Luis cuáles serían los tres grandes desafíos que enfrenta el país centroamericano. Y su respuesta, concreta y eficiente, como nos gusta en Mirada Sur, fue:
1) Reconstruir los puentes que le permitan colaborar con otros actores políticos, después de que esa relación se deterioró gravemente durante el proceso electoral, especialmente para lograr aprobar reformas estructurales que requieren pasar por el Congreso.
2) Cumplir con las altas expectativas que creó entre los grupos que lo apoyaron en términos de los cambios radicales que impulsará. En caso de que no logre entregar resultados importantes, en el corto plazo, su capital político se podría erosionar y, por lo tanto, se comprometería la viabilidad de otras reformas.
3) Crear las condiciones que permitan reactivar la economía. La pandemia del COVID-19 dejó importantes cicatrices en la sociedad costarricense. En adición a la crisis sanitaria, las medidas restrictivas impuestas por el gobierno tuvieron un impacto devastador en la actividad económica, visible en la caída de la producción, el cierre de empresas y la destrucción de miles de puestos de trabajo. El reto, en este caso, para el nuevo gobierno será el de lograr dinamizar la economía en un entorno internacional complicado y con muy pocos grados de libertad para intervenir fiscalmente o monetariamente.
Con estos comentarios, uno puede hacerse una imagen bastante clara de lo que sucede y puede suceder a futuro en Costa Rica. ¡Misión cumplida!
2.Pedro Castillo contra las cuerdas
“Vaya novedad”, dirá el amable lector. Es que desde hace semanas que en Mirada Sur venimos informando sobre la crisis política permanente en Perú, que ha provocado al menos tres reorganizaciones de gabinete, y dos mociones de vacancia contra el presidente Castillo. Pero esta semana las cosas tomaron un cariz todavía más complejo, y han llevado a que muchos analistas auguren una posible renuncia del mandatario peruano.
La nueva crisis empezó apenas 9 días después de superar la última moción de vacancia en el Congreso. El alza de los combustibles, fenómeno que también analizamos la semana pasada en Mirada Sur, provocó una protesta de transportistas, que derivó en saqueos y cortes de rutas. La represión policial a esta protesta dejó una decena de muertos. Ante esta situación, que coincidía además con un nuevo aniversario del autogolpe de Alberto Fujimori hace 30 años, fecha que suele derivar en violencia callejera, Castillo decretó un estado de sitio en la capital del país. El anuncio fue tan sorpresivo, que no dejó tiempo a los ciudadanos ni a comprar elementos básicos para las 24 horas siguientes, por lo cual se generó una ola de indignación tan fuerte, que el presidente debió revocar la orden.
Precariedad. Este episodio ha agravado la sensación de precariedad con la que convive el gobierno de Pedro Castillo desde que asumió. Hoy en día, el 76% de los peruanos desaprueba la gestión del presidente. Pero esta desaprobación escala al 85% cuando se consulta en la zona metropolitana de la capital del país. A tal punto llega la crisis, que el jueves el Congreso aprobó una moción instando a Castillo a renunciar a la Presidencia. Como si todo eso fuera poco, Castillo forzó un Consejo de Ministros en la ciudad de Huancayo, epicentro de las protestas, con el fin de apaciguar a la gente. En vez de ello, los discursos de los ministros y del mandatario generaron todavía más polémica. Particularmente el del Jefe de Gabinete Aníbal Torres, quien llegó a decir que “Sin infraestructura el país no puede desarrollarse. Les pongo un ejemplo: Italia, Alemania, eran igual que nosotros. Pero en una oportunidad, Adolfo Hitler visita el norte de Italia y Mussolini le muestra una autopista construida desde Milán a Brescia. Hitler vio eso, fue a su país y lo llenó de autopistas, de aeropuertos, y convirtió a Alemania en la primera potencia del mundo”. Citar a Hitler como ejemplo positivo, en medio de la peor crisis política imaginable, no fue un bálsamo para calmar las aguas ni mucho menos.
Trasfondo. Pedro Castillo llegó al gobierno de Perú por una serie de circunstancias fortuitas y casi rocambolescas. Impulsado por un pequeño partido con ideas indigenistas de izquierda, logró colarse en el balotaje en una elección atomizada entre decenas de candidatos. Allí debió enfrentar a Keiko Fujimori, hija del ex presidente, y que mantiene una imagen muy negativa sobre todo en círculos ilustrados de izquierda de Lima. Esos sectores apoyaron a Castillo creyendo que era el “mal menor”, y que podrían cubrir su gobierno con figuras políticas afines a una izquierda moderada. Nada de eso parece haber salido bien, estos sectores rápidamente han quitado apoyo a Castillo, alienados por su falta de capacidad para el cargo, y algunas ideas francamente primitivas sobre la organización de la sociedad. Así el panorama, no parece que Castillo vaya a poder mantenerse en el cargo mucho tiempo más.
3.Campaña en Brasil con cambios
Si usted es un lector fiel de Mirada Sur, sabrá que seguimos con particular interés la situación electoral en Brasil. El país más grande y poblado de América Latina tendrá elecciones en octubre, y lo que digan las urnas allí, tendrá impacto en todo el continente. Hasta ahora, los expertos y analistas daban casi por asegurada una victoria de Lula da Silva, el ex sindicalista que fue de alguna forma el padrino político de la ola de gobiernos “de izquierda” que tuvo la región hace unos años. Pero en los últimos días han ocurrido varios hechos significativos que parecen estar cambiando el panorama.
Por ejemplo, la decisión del ex juez y ministro Sergio Moro, quién llevó adelante la megacausa de corrupción del “Lava Jato”, de “bajar” su candidatura. Algo parecido ocurrió con el gobernador de San Pablo, Joao Doria. Además, las encuestas están mostrando una mejoría en la imagen pública del presidente Bolsonaro, que puede ser clave de cara a un mano a mano con Lula que ya se anticipa como muy reñido. Pero para no hablar sin fundamento, consultamos al buen amigo y experto local Magno Karl director de la fundación “Livres”, que nos comentaba lo siguiente:
“En el caso de Doria, nadie sabe muy bien qué quiere hacer. Sólo que está peleando por su supervivencia política. Ahora parece que volvería a ser candidato a la presidencia, después de algún “amague” a dejar su candidatura. En el caso de Moro, se ha notado que no es un político de carrera, y ha cometido errores muy básicos. Primero se había presentado como candidato de un partido pequeño, que no le permitía mucha visibilidad. Luego cambió de partido, y ahora parecería que ni siquiera será candidato. Hay que ver qué dicen las encuestas después de estos movimientos, pero los votos de Moro (entre 5 y 10% según los sondeos) tenderían a ir hacia Bolsonaro. En el caso de Doria, no tendría más del 2% de las intenciones de voto. Esto parece eliminar la chance de una “tercera vía” ante las candidaturas de Lula y Bolsonaro, aunque todavía se habla que podría aparecer algún candidato alternativo. Ya sea el gobernador de Rio Grande del Sur, Eduardo Leite, o la senadora Simone Tebet”.
¿Qué puede pasar? Según Magno, “Bolsonaro está todavía muy atrás en las encuestas. Pero tiene el control de la maquinaria del estado, por lo que no hay que subestimarlo. Desde que se habilitó la reelección en Brasil, ningún presidente ha perdido jamás. Bolsonaro está gastando un montón de dinero, y gastará todavía más para intentar ser reelecto. Pese a los fracasos de su gestión, y la forma embarazosa en que se comporta como Presidente, el hecho de tener como rival a alguien como Lula, que estuvo preso por corrupción, hará que mucha gente lo vote como la opción menos mala”.
4.Hierven las cárceles
En la madrugada del domingo, el penal de Turi, en Cuenca, Ecuador, fue escenario de una brutal masacre, fruto del enfrentamiento entre bandas por el control de la prisión. Es la cuarta en lo que va del gobierno de Guillermo Lasso. Hasta el momento, las autoridades informaron la muerte de 20 reclusos, 8 de ellos decapitados o desmembrados. Poca cosa si se compara con lo ocurrido en febrero del año pasado en el mismo centro carcelario, cuando una disputa de similares características dejó un saldo de más de trescientos fallecidos. Aun así, las autoridades debieron desplegar unos 800 efectivos, tanto policías como militares, para controlar el motín y poner fin a la matanza. Los cinco jefes de banda más pesados que participaron en la revuelta, fueron reducidos y trasladados a La Roca, una cárcel de máxima seguridad en las afueras de Guayaquil, donde se les impuso el régimen de aislamiento total a fin de evitar cualquier tipo de interacción con las bases de las organizaciones que representan. El Ministro de Interior, Patricio Carillo, aseguró que a pesar de lo ocurrido no iba a declarar estado de excepción como lo hiciera en 2021 el presidente Lasso para enfrentar la crisis antes referida.
En El Salvador, en cambio, la situación es tan tensa que llevó a que el presidente Nayib Bukele sí declare el estado de excepción que le permitió poner en rigor, durante un mes, medidas como la suspensión de la libertad de asociación, el derecho de defensa y la inviolabilidad de la correspondencia. La diferencia con Ecuador es que en El Salvador la violencia, por una orden de las maras MS13 y Barrio18, se desató en las calles y se cobró la vida de 87 personas en apenas 3 días.
Dispuesto a todo. El presidente salvadoreño pisó el acelerador a fondo en su ofensiva contra las maras, aunque eso lo enfrentó a las organizaciones de derechos humanos. Como ya vimos en la entrega anterior de Mirada Sur, Bukele no se anduvo con medias tintas y planteó una estrategia de lucha controvertida, tomando a los pandilleros presos, cuyo número supera los 20 mil, como moneda de negociación.
Tras retirarles los colchones, los insumos de limpieza personal y una de las tres comidas diarias, anunció en un mensaje audiovisual enviado desde Casa Presidencial, que si el rumor que anda circulando de que las pandillas pretenden vengarse por estas medidas tomadas, el gobierno está dispuesto a apretar aún más las clavijas: “Ustedes desatan una ola de criminalidad y nosotros quitamos la comida de las cárceles. Les juro por Dios que no comen un arroz. Así que mejor esténse tranquilos y déjense arrestar. Al menos adentro van a vivir”. En el mismo mensaje aprovechó para dirigirse a los organismos internacionales con estos términos: “No me importa lo que digan los OI. Que vengan a llevarse a esos pandilleros si tanto los quieren. Se los entregamos todos al 2×1.”
Reforma radical. Por primera vez en su historia El Salvador propone una pena específica para los pandilleros. Desde el pasado jueves, pertenecer a alguna de las tres pandillas MS13, Barrio18 Revolucionarios y Barrio 18 Sureños constituye un delito penado con 30 años de cárcel. Hasta ahora se los consideraba “terroristas” y eran procesados bajo esa figura con sentencias que variaban entre los 3 y los 9 años de prisión. La reforma aprobada el miércoles pasado define penas de 20 a 40 años para los miembros de las maras y de 45 a 50 para los cabecillas. Además, entre los incisos más polémicos de la reforma al código penal aprobada por la Asamblea General, se encuentra el que considera como adultos a los miembros de las maras mayores de 12 años y por lo tanto podrán ser juzgados como tales. “Hoy sí se castigará como se debe el pertenecer a las pandillas”, aseguró Caleb Navarro, diputado del partido oficialista Nuevas Ideas.
5. 40 años de la Guerra de las Malvinas
Hoy el mundo mira hacia Ucrania, consternado por tener el impacto de la guerra en un lugar tan cercano. Pero hace tan solo 40 años, los altos mandos de la dictadura militar que regía en Argentina encabezada por Leopoldo Galtieri, decidieron invadir las Islas Malvinas, desatando el episodio bélico más trágico que ha visto el continente americano en el último siglo. Por entonces, la dictadura militar argentina atravesaba un momento de profunda impopularidad y creyó que recuperando las Malvinas se despertaría un sentimiento nacionalista que acabaría con las críticas a la gestión. La decisión estuvo motivada también por la errónea creencia de que el Reino Unido no gastaría recursos para defender unas pequeñas islas en el fin del mundo.
Así, el 3 de abril de 1982, las tropas argentinas desembarcaron en territorio insular. En dos días tomaron las Malvinas, las Sandwich y las Georgia del Sur. Pero Galtieri no consideró que el gobierno inglés, que sufría serios conflictos sociales y estaba gobernado por la Dama de Hierro, Margareth Thatcher, también precisaba una buena dosis de patriotismo. El 5 de abril le declaró la guerra y envió 30 mil efectivos a las islas. Argentina apenas tenía 10 mil soldados allí, de los cuales la mayoría eran jovencitos inexperientes de entre 18 y 19 años que se encontraban cumpliendo el servicio militar obligatorio.
La guerra terminó el 14 de junio con la rendición del Gobierno de Buenos Aires, tras más de dos meses de combate y 900 muertos, 258 británicos y 649 argentinos. Hoy, cuatro décadas más tarde, Argentina reafirma su reclamo de soberanía. En la primera entrevista que un presidente argentino le dio a un medio inglés, Alberto Fernández le dijo a la BBC de Londres que “Las Malvinas no son inglesas (…) Es absolutamente incomprensible pensar que esas islas, que son una continuidad de nuestros Andes … sean de otro territorio que no sea la Argentina”, aseguró.
La voz local. En busca de una opinión calificada sobre el tema, viajamos a la Reina del Plata para consultar a Alejandro Bongiovanni, Director de Políticas Públicas en Fundación Libertad. Alejandro nos dijo que “Hace 189 años el Reino Unido ocupó de manera ilegal las Islas Malvinas. El pasado 2 de abril en Argentina recordamos a los compatriotas que dieron la vida y homenajeamos a nuestros valientes veteranos. Creo que la solución de Malvinas está muy lejos tanto como estoy seguro de que será la vía diplomática el único recurso para recuperar las islas. Para esto, entre otras cosas, necesitamos un gobierno serio, y no este atado de improvisados y bravucones que han convertido nuestra Cancillería en una cosa rocambolesca. Es deseable que ésto no sea usado con fines demagógicos, ni de uno u otro extremo político. El reclamo de soberanía debe ser constante pero también civilizado, moderno y democrático”.
Trasfondo. Las Malvinas/Falkland es un archipiélago situado en el Océano Atlántico a unos 600 kms de la costa patagónica en el extremo sur del continente americano. Está compuesto por dos islas principales y alrededor de 200 islotes más pequeños. En 1765 fue ocupada por las fuerzas españolas del Virreinato del Río de la Plata, tras una disputa con Francia y el Reino Unido. Desde que Argentina se independizó de España, en 1816, consideró que las islas le pertenecían como parte del territorio heredado de la colonia. Pero Inglaterra volvió a reclamar sus derechos de soberanía, alegando que el primer contingente que habitó las islas fue inglés, y en 1833 volvió a ocuparlas. Así se mantuvo la situación por más de un siglo y medio, cuando la dictadura de Galtieri invadió Malvinas en 1982 y Reino Unido le declaró la guerra.
5. Los 5 gráficos destacados de la semana en América Latina
Nota publicada originalmente en Mirada Sur
Martín Aguirre, Director El País, Uruguay, y Advisory Council member, Center for Latin America
Rodrigo Caballero, editor