OpiniónEconomía

El sistema financiero boliviano en la era digital

Juan Antonio Morales

Economista, profesor emérito de la Universidad Católica Boliviana

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La función principal del dinero, mas no la única, es la de ser medio de pago. La tecnología de los medios de pago comienza muy temprano en la historia de la humanidad. A partir del siglo XIX se difunde el dinero fiduciario, es decir el dinero en un pedazo de papel y que no comparte la característica de tener otros usos, como sucedía con las monedas de oro, de plata y cobre.  En un principio, bancos privados emitían este dinero, que estaba respaldado por sus tenencias de oro o de monedas convertibles en oro.

Al finalizar el siglo XIX y, sobre todo, a principios del siglo XX, emergen los bancos centrales, a quienes se les otorga el monopolio de la emisión de dinero. Aún si ya desde antes se utilizaban cheques girados contra depósitos a la vista en los bancos como medio de pago, pero es en el siglo XIX y en la primera mitad del siglo XX que se generalizan.

El dinero no se origina solamente en el banco central. Los bancos privados, a través de sus operaciones de crédito, también generan dinero, llamado con un poco de abuso de lenguaje, dinero secundario. En el país, el uso de cheques no llegó a tener la difusión que tenía en algunos países vecinos. En todo caso, no eran empleados en operaciones de bajo valor, con la posible excepción de pagos de sueldos y salarios.

Con la introducción de la informática, la tecnología de los sistemas de pago da un gran salto. En el país, el Banco Central innovó con la introducción del Sistema de Pagos de Alto Valor (SIPAV), que permitía la liquidación de operaciones interbancarias a través de mensajes electrónicos. Se establecieron también plataformas electrónicas para las subastas en operaciones de mercado abierto, es decir de compra y venta de títulos públicos.

Pronto, después de la introducción del SIPAV, la Asociación de Bancos Nacionales (ASOBAN) introdujo la cámara de compensación electrónica de cheques. Desde fines de los años ochenta, los bancos emiten tarjetas electrónicas de débito y crédito, cada vez más versátiles, para los cuentahabientes. También desde hace muchos años, los bancos emplean el sistema de mensajería electrónica de mayor alcance internacional, el SWIFT, para las transferencias internacionales de fondos. Más recientemente, se puso en marcha, el ACH (en inglés Automated Clearing House) para permitir las transferencias electrónicas de fondos, tanto entre cuentas de clientes del mismo banco como de clientes con cuentas en otros bancos. La introducción del código QR para pagos inmediatos pone al alcance de hogares y pequeños comerciantes una gran facilidad electrónica para sus transacciones.

Ya antes de la pandemia del COVID-19 se tenía un número significativo de usuarios y de transacciones electrónicas, pero con la pandemia se produjo un aumento  importante. EL año 2021, con relación al 2019, el número de usuarios de medios digitales se había incrementado en 60% y el de las transacciones por medios digitales en 29%.

A pesar de los notables progresos, tanto en la bancarización como en la digitalización, por varias razones como la desconfianza por falta de información y por la gran extensión del sector informal, el empleo de billetes para efectuar pagos sigue teniendo prevalencia. En efecto, todavía 55% de la base monetaria está constituido por billetes y monedas.

Se puede empero vislumbrar que billetes y monedas desaparecerán como medios de pago en un futuro no muy lejano. Se empleará de más en más tarjetas, así como transferencias electrónicas, en sus diversas modalidades. En muchos países de economía avanzada ya se han fijado fechas para la desaparición de billetes y monedas.

Un efecto positivo, nada despreciable, es que la digitalización promueve la inclusión financiera y la mayor bancarización de la población.

Las entidades de intermediación financiera, por su parte, se han estado dotando de los equipos y del personal informático necesarios. El BCB cumpliendo su mandato de regulador del sistema de pagos, ha emitido regulaciones acordes con las mejores prácticas internacionales y sus informes de vigilancia sobre el desempeño del sistema son completos y de gran calidad.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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Juan Antonio Morales

Economista, profesor emérito de la Universidad Católica Boliviana

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